En un mundo laboral como el actual, marcado por la presión, la competencia y la sobre exigencia, cada vez tienen más relevancia fenómenos psicológicos y emocionales que afectan profundamente al rendimiento y bienestar de los trabajadores, en todos los sectores. Aunque hay algunos síndromes laborales ampliamente conocidos como el Burnout o o el Síndrome del Impostor, existen otros menos visibles, que igualmente afectan a los profesionales. Identificar y entender el impacto de estos síndromes se ha vuelto esencial para quienes buscan entornos laborales más saludables.
En esta pequeña guía desglosamos los diez síndromes laborales más comunes. ¿Podrías estar enfrentando alguno sin saberlo? ¿Conoces a alguien que sí? Te mostramos en qué consisten, cómo reconocerlos y qué pasos tomar para abordarlos.
1. Síndrome de Burnout o desgaste profesional
El Burnout es uno de los síndromes laborales más conocidos, y ocurre cuando el trabajador experimenta agotamiento emocional, falta de motivación y una disminución en el rendimiento, fruto de un estrés crónico mal gestionados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Burnout se caracteriza por “sentimientos de agotamiento, cinismo relacionado con el trabajo y eficacia profesional reducida”.
La OMS incluyó el síndrome de Burnout en su Clasificación Internacional de Enfermedades en 2019. Este trastorno es común en profesiones de alta presión como la medicina, la enseñanza o la asistencia social, y sus síntomas incluyen cansancio extremo, insomnio y dificultad para concentrarse.
Cómo abordarlo: Establece límites claros entre el trabajo y la vida personal, dedica tiempo a desconectar del trabajo fuera del horario laboral, evitando revisar correos o mensajes laborales. En ocasiones, el burnout proviene de una sobrecarga laboral. Aprende a decir NO a tareas adicionales y delega funciones, si es posible. Usar técnicas de priorización, como la matriz de Eisenhower, facilita enfocarse en tareas importantes y dejar de lado aquellas de menor impacto. También puedes buscar apoyo en compañeros o profesionales si sientes que el estrés te está superando. Así como hablar con el equipo de recursos humanos o tu supervisor sobre opciones para reducir el estrés, como flexibilizar el horario o equilibrar la carga laboral.
2. Síndrome de Boreout o aburrimiento profesional
El Boreout es el opuesto al Burnout, y surge cuando el trabajador se siente infravalorado o no estimulado por las tareas asignadas, lo que le genera desmotivación. A diferencia del estrés, en el Boreout predomina la monotonía y el aburrimiento, lo que conduce a una baja productividad y a un estado de desinterés general. El experto en gestión de empresas Philippe Rothlin, coautor junto al periodista suizo Peter Werder de Diagnóstico Boreout, explica en este libro que el aburrimiento profesional se origina cuando “la falta de desafíos conduce al tedio crónico en el trabajo, afectando el bienestar mental y físico del empleado”.
Cómo abordarlo: En su libro, Rothlin y Werder subrayan la importancia de comunicar esta situación a los responsables directos. Y sugieren, entre otras medidas, tomar la iniciativa para involucrarse en proyectos nuevos dentro de la empresa, redefinir las metas profesionales, formarse y desarrollar nuevas habilidades que se puedan aplicar en el trabajo actual o en futuros proyectos.
3. Síndrome del Impostor
Este síndrome describe la tendencia de algunos trabajadores a sentirse como impostores en su propio puesto. Según la psicóloga Pauline Rose Clance, quien acuñó el término en 1978, las personas con este síndrome “temen no ser tan capaces como los demás perciben que son”. A pesar de sus logros, estos profesionales creen que no son merecedores de su éxito y temen ser descubiertos como fraudes. El Síndrome del Impostor limita su desarrollo y no les deja crecer profesionalmente.
Cómo abordarlo: Enfocarse en realizar el trabajo de manera competente, sin exigir la perfección, es clave según Clance, ya que ayuda a reducir la autoexigencia extrema que alimenta el síndrome. También aceptar los méritos propios en lugar de atribuirlos a la suerte o la ayuda externa. Y hablar con personas de confianza o mentores para compartir las inseguridades.
4. Síndrome de Hammurabi o del juez interno
Este síndrome lleva el nombre de Hammurabi, un rey babilónico con fama de justo y riguroso. Bajo su reinado se escribió el primer código penal y civil de la Humanidad. Las personas con este síndrome tienden a juzgarse continuamente, a menudo con un alto grado de autocrítica. Esta actitud puede llevar a la ansiedad y a una sensación de nunca ser “lo suficientemente bueno”.
Cómo abordarlo: Aprende a reconocer tus logros sin criticarlos y considera un enfoque de autocompasión. La perfección no siempre es necesaria para alcanzar el éxito profesional.
5. Síndrome de Peter Pan
El síndrome de Peter Pan hace referencia a aquellas personas que, por miedo a las responsabilidades o a fracasar, evitan el crecimiento profesional o la toma de decisiones importantes. Son profesionales que prefieren permanecer en una zona de confort, evitando asumir nuevos desafíos y roles de mayor responsabilidad.
Cómo abordarlo: Reflexiona sobre tus miedos y trabaja en pequeños pasos para salir de tu zona de confort. La capacitación y el apoyo de un mentor pueden ser útiles para superar estas barreras.
6. Síndrome de Munchausen
El síndrome de Munchausen en el ámbito laboral se refiere a aquellos trabajadores que fingen problemas o situaciones de estrés para recibir atención o evitar tareas específicas. En casos graves, algunos empleados pueden incluso simular enfermedades o dificultades laborales para evadir responsabilidades.
Cómo abordarlo: Reflexiona sobre las razones detrás de estas actitudes y busca una comunicación abierta con tus superiores para plantear tus necesidades sin recurrir a estas estrategias.
7. Síndrome de Dorian Gray
El síndrome de Dorian Gray refleja una obsesión por mantenerse siempre joven y activo en el trabajo, evitando mostrar signos de agotamiento o envejecimiento. Este síndrome es común en sectores de alta competitividad, donde los trabajadores intentan ocultar el cansancio y la fatiga para seguir siendo considerados «aptos».
Cómo abordarlo: Permítete reconocer tus límites y busca estrategias saludables para gestionar el estrés. En este caso, es clave cambiar la percepción de la edad como una desventaja y verla como una fuente de sabiduría. En lugar de tratar de igualar la energía de los más jóvenes, considera compartir tu experiencia mediante roles de mentoría o liderazgo. Recuerda que el descanso y el autocuidado son fundamentales para la productividad a largo plazo.
8. Síndrome de la Reina Roja
Este síndrome se basa en la historia de «Alicia a través del espejo» de Lewis Carroll, donde la Reina Roja corre constantemente sin avanzar. Traducido al mundo laboral, esto se reflejaría en empleados que se sienten obligados a esforzarse cada vez más para mantenerse en el mismo lugar. El resultado es un ciclo sin fin de trabajo, que no da resultados visibles.
Cómo abordarlo: Evalúa tus objetivos y busca una planificación eficaz para evitar el desgaste en tareas que no aportan un avance claro en tu carrera. Evita también el agotamiento, dedicando tiempo a desconectar y descansar. Una mente descansada es más eficiente y productiva.
9. Síndrome de Solomon
El Síndrome de Solomon se caracteriza por el miedo a destacar. Suele darse en personas con baja confianza en sí mismos, que necesitan de la aprobación de otros. Toma su nombre del psicólogo Solomon Asch, que en los años 50 demostró que las personas suelen modificar su comportamiento o sus opiniones para alinearse con el grupo, incluso cuando saben que el grupo está equivocado.
En el ámbito de la empresa, describe la tendencia de algunos empleados a minimizar sus logros o sus capacidades para no sobresalir demasiado en su equipo. Estos trabajadores temen que su éxito despierte envidia o rechazo en sus colegas, lo que les lleva a limitar su rendimiento de forma consciente.
Cómo abordarlo: Esfuérzate por ser auténtico en tu trabajo y rodéate de personas que valoren tu esfuerzo sin juzgarte. La competencia sana puede impulsar el crecimiento colectivo.
10. Síndrome del estudiante eterno
Este síndrome describe a aquellos profesionales que sienten que nunca están lo suficientemente preparados o que necesitan una constante formación para sentirse aptos en su trabajo. En su libro Presence, la psicóloga estadounidense Amy Cuddy, famosa por sus investigaciones sobre el poder de la autoconfianza, describe cómo el miedo y la falta de autoconfianza pueden llevar a las personas a evitar riesgos o decisiones importantes, debido a dudas sobre sus propias habilidades.
Cómo abordarlo: Aunque el aprendizaje continuo es positivo, en exceso puede retrasar la toma de decisiones y el progreso profesional. Establece objetivos de formación específicos y realistas. Evalúa cuándo es el momento de aplicar los conocimientos adquiridos, en lugar de seguir acumulando aprendizajes.
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