Aunque alcanzar el equilibrio entre trabajo y vida personal es un concepto actual, hace más de un siglo que Lillian Moller Gilbreth ya estaba trabajando en ello. Esta ingeniera y psicóloga estadounidense con 12 hijos introdujo el factor humano en el análisis de la organización científica del trabajo. Algunos derechos básicos fundamentales en el ámbito laboral, como son los microdescansos o la ergonomía de la silla donde te sientas, constituyen parte de sus contribuciones.

Equilibrio entre trabajo y vida personal gracias a Lillian Gilbreth

El equilibrio entre trabajo y vida personal es uno de los ejes fundamentales en recursos humanos hoy gracias a las aportaciones de Lillian Moller Gilbreth. Fue ingeniera y psicóloga de formación, y tuvo reconocido prestigio tanto en su EEUU natal como a nivel internacional. Contribuyó al desarrollo de derechos como los periodos de descanso, los diagramas de procesos o los buzones de sugerencia para empleados.

Las contribuciones de Lillian Moller Gilbreth al equilibrio entre trabajo y vida personal parten de su aplicación de los principios de la organización científica a las labores domésticas. Buscó el reconocimiento de todas las formas de trabajo, pero ha pasado a la historia por apostar por la conciliación laboral.

Ser madre de doce hijos, y combinarlo con una trayectoria profesional exitosa, no tuvo que ser fácil a principios del siglo XX. Las obligaciones y las expectativas contra las que se enfrentaba por el hecho de ser mujer estaban muy lejos de la idea de conciliar.

¿Se aplican sus ideas hoy en día? Ejemplos de ello

En la actualidad, recuerda que cuando escuches el concepto de “factor humano” o de políticas empresariales que sitúan a las personas en el centro, debes agradecérselo a Lillian Moller Gilbreth. Pero además del work life balance, sus contribuciones han llegado a tu propia casa. En su afán por trabajar, tanto fuera como dentro de casa, “de la mejor manera”, es suyo el reconocimiento por idear las baldas del interior de las puertas del frigorífico o el pedal de pie del cubo de basura.

También son suyas contribuciones a la ergonomía como la silla cómoda de oficina, que está a la altura adecuada y a la distancia propicia del escritorio, del teclado y de la pantalla. La producción en serie con la división de tareas asociadas al taylorismo también se beneficiaron de sus aportaciones. De esta manera, se optimizaba el tiempo tanto en los procesos como en ahorro por los desplazamientos.

Además, fue una de las primeras mujeres en trabajar desde casa. Ella estaba muy interesada en investigar los movimientos de los empleados y en cómo reducirlos. De esa semilla brotan técnicas de gestión del tiempo y de aprovechamiento de recursos humanos con las que convives a diario.

Por último, la base de la Prevención de Riesgos Laborales (PRL) enfocada a prevenir la fatiga y el cansancio, derivan de su atención a a psicología del trabajo. Fundó una consultora junto con su marido para asesorar a las empresas en el análisis de la organización científica del trabajo. Llegó incluso a asesorar a los presidentes Hoover, Roosevelt, Eisenhower y Kennedy, y en la política de empleo de la Gran Depresión.

Lillian Moller también fue conocida como la «Madre de la Ingeniería Industrial» por ser pionera en principios de ingeniería, psicología y organización del trabajo en este ámbito. En este vídeo puedes conocer más sobre la vida de esta mujer excepcional.