Si has tenido la oportunidad de compartir aula con americanos, ingleses u europeos de otras nacionalidades habrás comprobado cómo las intervenciones que hacen estos alumnos son numerosas y no tienen reparos a la hora de enfrentarse a una audiencia. El sistema educativo en el que han crecido ha tenido en cuenta este aspecto vital en la sociedad en la que vivimos. ¿Cómo podemos aprender nosotros a desarrollar esta habilidad?

Aprender a expresarse en público desde pequeños

Mejorar la capacidad de expresarse en público es algo que se aprende desde pequeños. Reforzar la confianza al hablar ante un auditorio pasa por tener en cuenta algunas cuestiones que podemos poner en práctica con los más pequeños:

  • Dejar que hable cuando se le pregunta sin contestar por él. Es conveniente que se respete el tiempo que necesite para elegir las palabras y estructurar lo que quiere decir, además de encontrar el valor suficiente para empezar a hablar.
  • Permitir que expresen sus ideas y escucharlas. Favorecer el que opinen y argumenten. Preguntarles por qué opinan eso provocará que tengan que argumentar su respuesta.
  • Proponerles juegos en los que se trabaje la comunicación y se tenga que hacer portavoz de hechos u opiniones de los demás.
  • Apuntarle a actividades en las que se trabaje la expresión en la escena, como el teatro, la música o la danza.

Mejorar el discurso preparándolo y exponiéndose

Pero nunca es tarde. Se puede hacer un discurso expresivo y elocuente si se prepara y analiza el tipo de público al que nos dirigimos, qué quiere transmitirse y qué conceptos deben quedar claros.

  • Escribir el discurso. Qué queremos decir, por qué es importante que esto se sepa, quién es el público al que se dirige. Es fundamental ser breve y claro, evitando las expresiones rebuscadas. Ayudarán a centrarse en el discurso y no en las circunstancias, con lo que se evitarán además los nervios.
  • Ensayarlo. Primero con uno mismo, en voz alta y cronometrándose. Generalmente se tiene un tiempo para hablar. Los nervios del momento harán que se vaya más deprisa, por lo que hay que hacer el esfuerzo por hablar pausadamente y modular la voz haciendo énfasis en las palabras o conceptos clave.
  • Ser uno mismo. La naturalidad es la forma en la que mejor se genera empatía. Tratar de utilizar recursos que no se tienen producirá una sensación de falta de sinceridad que no dejará que podamos seducir a la audiencia.
  • Establecer un buen canal de comunicación. Para esto hay que meterse al público en el bolsillo. Es importante mantener el contacto visual. Leer el texto que se ha preparado limita los momentos de contacto visual con los interlocutores. Es preferible llevar unas notas y buscar apoyos a través de la mirada entre los asistentes como, por ejemplo, la gente que asiente a lo que decimos o que sonríe. Por cierto, es importante que también lo hagamos nosotros. Se puede elegir un chiste para empezar o alguna referencia a la actualidad o al desarrollo de la actividad donde te encuentres. Es una forma de que el público se relaje y tú también.

Tener confianza en la propia expresión es algo que puede salir de forma natural. Si no es el caso, siempre podemos utilizar una serie de trucos y consejos para hablar en público. Perder el miedo escénico es cuestión de aumentar las oportunidades en las que nos exponemos a una audiencia. Cuantas más veces lo hagamos, más mejoraremos nuestra capacidad oratoria y de expresión hacia un auditorio.