Cuando todas tus expectativas vitales están centradas en alcanzar un puesto de trabajo, la idea de no conseguirlo puede hundirte incluso antes de intentarlo. El fracaso no es definitivo porque la trayectoria laboral está llena de pequeños pasos que van definiendo el camino. Cada vez que inicias la marcha, tienes en tus manos la oportunidad de tomar una vía diferente para llegar al mismo sitio.
O a otro distinto. Quizá en el transcurso has descubierto algo que te llama más la atención, que va más contigo, y decides cambiar tus objetivos. Es importante mantener una mirada abierta a las oportunidades que pueden ir surgiendo.
Superar el fracaso laboral
Ciertos clichés sociales matan la iniciativa. Hay muchos, desde los que están relacionados con la edad hasta los que ponderan al máximo los estudios, los que nos hablan de la vocación, de las cualidades innatas, de las condiciones socioeconómicas, del momento propicio, de la competitividad… Es cierto que todos ellos encierran parte de la realidad del mundo, pero son clichés porque estandarizan a todas las personas, no se detienen en cada una, en sus particularidades y sus posibilidades.
Es importante detectar qué cliché te está paralizando por el miedo a que se cumpla. Sentir miedo es humano, pero también lo es actuar a pesar de tenerlo. Cuando alguien tiene miedo, se siente acorralado, sin escapatoria. No hay que tomarlo como un sentimiento negativo porque puede suponer precisamente el impulso que te empuje a buscar una salida. Y esta es la clave, buscar otras posibilidades.
Carol Dweck asocia el miedo al fracaso con la mentalidad fija. Esta es la que te dice “no vales para esto”. Por contra está la mentalidad de crecimiento que toma los cambios como oportunidades, los obstáculos como pequeños retos que hay que salvar perseverando, el esfuerzo como una actitud necesaria para mantener un nivel de maestría en lo que haces, las críticas como un aprendizaje y las experiencias de otros como lecciones que pueden inspirarte. Si practicas la mentalidad de crecimiento, el miedo al fracaso se disipa. Se trata de cambiar el pensamiento de “no valgo para esto” por el de “todavía no valgo, pero valdré”.
Mejorar el autoconcepto ayuda a superar miedos
Otra idea que mina la imagen que tenemos de nosotros mismos es que estamos hechos para desempeñar una sola cosa. En este punto vamos a citar a Daniel J. Siegel para ayudarnos de su rueda de la conciencia. Divides un círculo en varias secciones que tengan como punto central tu nombre. Cada sección representa un ítem relacionado contigo. Por ejemplo, cada sección representa una habilidad que tienes, o una fortaleza, o una actividad que se te da bien. Incluye también las que se te dan mal y tus debilidades.
Lo que Siegel dice es que consideremos el círculo como si fuera el aro de la rueda de una bicicleta y las distintas secciones, los radios de la rueda. En cuanto se pone en funcionamiento, gira y deja de permanecer estática. Muchas veces, lo que nos pasa es que detenemos la bicicleta y la rueda queda estática sobre un radio. Por ejemplo, “yo tengo esta debilidad”. Sin embargo, esto no es lo que te define, tú eres la rueda en su conjunto. Eres capaz de hacerla girar y tomar conciencia de todas las posibilidades que te ofrecen los distintos radios.
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