Apostar fuerte por la formación superior de sus empleados es una inversión que cualquier empresa debería plantearse. Starbucks ha anunciado que son ya 4.000 los empleados que están estudiando una carrera universitaria pagada por la compañía. Hace un año, la marca ofreció a los casi 100.000 trabajadores sin estudios superiores que forman parte de su plantilla en Estados Unidos la posibilidad de completar su formación en la Universidad de Arizona.

No puso condiciones para el tipo de estudios que debían cursar, cada uno eligió el grado que más le interesaba. Los más demandados fueron Psicología, Medicina y Administración de Empresas. También pudieron optar por una licenciatura diseñada a medida de Starbucks, un grado en Administración de Empresas dirigido al sector al que pertenece la compañía. Además, los estudiantes serán libres de abandonar la compañía al terminar sus estudios.

Las universidades corporativas

Esta modalidad de formación nació a partir de la Hamburger University, creada por Mc Donald’s en los sesenta. Sin embargo, el auténtico auge de este tipo de iniciativas tuvo lugar durante los noventa. En España no se siguió el ejemplo hasta comienzos de siglo XXI. La pionera fue la Universidad Corporativa Unión Fenosa y otras han conseguido consolidarse en los últimos tiempos, como la Universidad Ferrovial (Summa) o Universitas Telefónica. Según Toy Employers, en 2014 fueron 55 las empresas que se certificaron con el sello de universidad corporativa.

En estos centros se imparte formación a los empleados y se facilita la promoción interna. La metodología que se emplea con más frecuencia es el e-learning. Suelen disponer de plataformas avanzadas para sacar todo el partido a esta modalidad de aprendizaje. En la mayoría de ocasiones, cuentan con docentes que también imparten clases en escuelas de negocios y universidades.

Los beneficios de este tipo de formación son evidentes, pero quizá no todas las empresas pueden ofrecer esta posibilidad. Ahora bien, existen acuerdos entre medianas y pequeñas empresas para poder acceder a los servicios de terceros que monten este tipo de formación adecuada a sus necesidades y a un coste que puedan asumir.

Apostar por formación superior

¿Por qué una casa de cafés decide dar formación superior a sus empleados e invertir 250 millones de dólares en ello? Los beneficios indirectos que aporta tomar este tipo de decisiones hacen pensar que verán un retorno de la inversión:

  • Se retiene el talento en la compañía. Incluso los empleados y aspirantes que no deseen entrar en el programa de formación verán que es una empresa para la que merece la pena trabajar.
  • Se mantiene el compromiso del trabajador. Ayudar a que una persona acceda a una formación que, de no ser por la empresa, sería muy costosa es establecer un vínculo que va más allá del compromiso que se adquiere por contrato.
  • La compañía se hace atractiva. No solo para los que trabajan dentro, sino también para los que todavía no forman parte de la plantilla o los que hablan de la empresa. Esto mejora indudablemente la comunicación y la imagen de la marca.

Las posibilidades de invertir el capital en formación son múltiples. Ofrecer estudios superiores es una inversión que genera beneficios. Sin embargo, España tiene una asignatura pendiente en la inversión de capital basado en el conocimiento. Además, el año pasado las empresas dejaron sin gastar el 25% del dinero para formación del que pueden disponer a través de un sistema de bonificaciones en la cotización por este concepto. Es solo cuestión de plantearse la forma de llevarlo a cabo. Si esta clase de acciones proliferara, no solo generarían beneficio a las empresas, sino también a la sociedad en su conjunto.