Antonio Nuñez

Por Antonio Núñez, autor de ‘¡Será mejor que lo cuentes!’ y Conferenciante de Thinking Heads

Vuelvo de Brasil, donde he visto la película «El contador de Historias», de Luiz Vilaça. El cineasta ilustra la historia real de Roberto Carlos Ramos, uno de los «contadores de historias» profesionales más prestigiosos del mundo. Roberto —un ‘menino da rúa’ [niño de la calle] de Belo Horizonte— parecía estar predestinado a la marginalidad y la delincuencia. Tras más de cien intentos de fuga, fue declarado «irrecuperable» por el sistema de acogida brasileño.

Sin embargo, el destino quiso que conociera a una profesora francesa (Maria de Medeiros), que en seguida descubrió el talento innato de Roberto para crear y contar historias. Con la ayuda de la tutora, el niño aprende a reconstruir su relato de vida apoyándose en lo que él mismo crea y cuenta. Con cada nueva historia, Roberto consigue dejar atrás su desestructurada identidad de paria social hasta ganar autoestima, estudiar y hacerse profesor. Hoy Ramos es un conferenciante y «storyteller» de talla internacional, además de padre adoptivo de diez antiguos «meninos da rúa».

El relato de vida del trabajador medio de hoy tiene paralelismos con la épica historia de Roberto Carlos Ramos. El trabajador ya no puede construir su historia apoyándose en los tradicionales relatos tribales, religiosos, políticos y, ni siquiera, en los laborales. Con la posmodernidad, estos suprarelatos antiguamente identitarios han ido perdiendo validez hasta dejarnos huérfanos. ¿Cómo identificarnos con nuestra tarjeta de visita empresarial si a lo largo de nuestra carrera hemos cambiado cinco veces de profesión y diez de compañía? ¿Quién somos o qué somos cuando estamos en paro o en la bancarrota?

Con una vida laboral desestructurada, hemos perdido una valiosa muleta en la que apoyarnos durante el proceso de construcción de nuestra identidad. Conscientes del reto vital que supone esta tarea, ya hay organizaciones no gubernamentales que ayudan. En Estados Unidos, por ejemplo, StoryCorps y el Center for Digital Storytelling recopilan los relatos de vida de miles de personas y los ponen a disposición de la ciudadanía. En estaciones de metro y autobuses, los viajeros son invitados a entrar en un estudio de grabación portátil y registrar su relato de vida. El viajero conserva una copia del documento, y el original del relato —convenientemente clasificado— pasa a formar parte del archivo público de la ONG a disposición de antropólogos, psicólogos y sociólogos. También en Brasil, Canadá y Portugal el Museu Da Pessoa [Museo de la persona] trabaja con individuos, colectivos y organizaciones empresariales para recoger y publicar virtualmente relatos de vida.

El mundo de la empresa se interesa cada día más por el relato de vida laboral. La recogida, preservación y divulgación de los relatos de vida laboral de una compañía son labores muy rentables en términos de identidad corporativa, cohesión y motivación. Las petroleras Petrobras o Galp, el banco Bradesco o los supermercados Pão de Açúcar ya colaboran con estas ONG y recogen sistemáticamente los relatos de vida de sus empleados. Como Roberto Carlos Ramos, todos los trabajadores somos contadores de historias.