Terminan las vacaciones, los días de descanso, de diversión y vuelven las rutinas. Entre ellas las laborales. Y junto a estas, la conocida como depresión postvacacional. Existen estudios que determinan que alrededor del 20% de trabajadores sufrirán este trastorno depresivo con la vuelta al trabajo. Tristeza, depresión, ansiedad, irritabilidad… Aquí te ofrecemos algunas sencillas medidas que puedes adoptar en el entorno laboral para superar este estrés postvacacional e incorporarte con normalidad al trabajo.

¿En qué consiste la depresión postvacacional?

Pasar de forma drástica de situaciones que nos producen placer y bienestar más o menos duradero a otras dominadas por una rutina previsible y tediosa, nos suele desconcertar. En muchos casos, incluso, podemos entrar en un estado de negación absoluta. Estas crisis suelen producirse muy habitualmente tras las vacaciones de verano y, según la Psicología, el conjunto de síntomas que experimentamos se conoce con el nombre de síndrome postvacacional.

En función de nuestra forma de ser, las consecuencias de este estado tendrán diferentes niveles y su duración también será más o menos extensa. Como normal general, suele durar entre 2-3 días y una semana o el tiempo que necesite cada persona para ir incorporando de nuevo sus rutinas al día a día. Sin embargo, los síntomas pueden ser muy diversos, desde el cansancio excesivo o el insomnio hasta episodios de estrés o cuadros importantes de ansiedad o depresión que pueden prolongarse en el tiempo.

El síndrome postvacacional también se verá muy influenciado por el tipo de trabajo que desarrollemos. En este sentido, el nivel de responsabilidad que tengamos, la peligrosidad del puesto que ocupamos o la exigencia física o mental que nos requiera serán también determinantes.

Superando la depresión postvacacional

Claves para una rentrée laboral más fácil y más sana

No obstante, existen algunos mecanismos que podemos poner en marcha para combatir o disminuir los efectos de esta depresión. La mayoría son simples, y podemos establecerlos sin dificultad y sin que supongan un obstáculo adicional a nuestra reincorporación.

Entre los más comunes, destacan los siguientes:

  • Adelantar la vuelta de vacaciones: comenzar la reincorporación a la realidad del final de las vacaciones desde casa, nos ayudará a prepararnos para la vuelta al trabajo. Pasar de forma casi automática de la tumbona a la silla del despacho no es nunca lo más conveniente.
  • Recuperar rutinas no laborales: otras actividades de nuestro día a día como volver al gimnasio, salir a pasear, automatizar los horarios de sueño habituales o retomar nuestra dieta cotidiana nos servirá para ir adaptándonos al cambio del final de las vacaciones.
  • Priorizar la agenda laboral: una vez en el trabajo, debemos acometer solo aquellas tareas que resulten prioritarias, para ir aumentando paulatinamente el nivel y el ritmo de trabajo.
  • Establecer períodos de descanso: parar cada cierto tiempo nos vendrá bien. Poco a poco, iremos asumiendo el ritmo de trabajo habitual, pero al principio, estos descansos pueden ayudarnos en la readaptación inicial.
  • Marcarse nuevos e ilusionantes retos: tras cada período vacacional, con el inicio de una nueva temporada, es importante establecer nuevos y renovados objetivos. De esta forma, ajustaremos un nuevo rumbo y comenzaremos pronto a caminar hacia su consecución. No obstante, deben ser objetivos SMART, para que los posibles síntomas del síndrome postvacacional no se vean incrementados posteriormente.

Sin embargo, y a modo de conclusión, debemos pensar en ser lo más felices posible también en nuestro trabajo. De esta forma, cualquier reincorporación no será nunca tan traumática. Por ello, encontrar la fórmula o el lugar correcto debería ser siempre el primero de nuestros objetivos.