Es normal sentirse algo incómodo cuando te piden hablar de ti en una entrevista de trabajo. De entrada, dejar al descubierto nuestros miedos e inseguridades o acabar mostrando una excesiva autocomplacencia, nos produce cierto rechazo. Sin embargo, las empresas cada vez dan más importancia a los aspectos personales de los candidatos. El tipo de persona que somos es nuestro verdadero elemento diferenciador y, por tanto, debemos estar preparados para saber hablar de nosotros mismos.
¿Cómo hablar de ti en una entrevista y no morir en el intento?
En una entrevista de trabajo, las preguntas sobre cómo somos suelen ser muy habituales. Por lo tanto, deberíamos estar preparados para afrontar con garantías ese momento. Aunque nos pueda provocar cierta inseguridad, debemos pensar que no hay nadie mejor para hablar de nosotros mismos. Y al hacerlo, podemos utilizar diferentes enfoques o discursos, dependiendo de con cuál de ellos nos sintamos más cómodos y del tipo de entrevista a la que nos enfrentemos.
Algunos ejemplos pueden ser los siguientes:
- Hablar de lo que más nos gusta de nosotros mismos: incluyendo nuestras características más destacables, la experiencia o el conocimiento adquirido de un determinado aspecto, o aquellos hobbies o tareas que nos apasionan y en las que empleamos el tiempo libre.
- Expresar nuestros deseos y motivaciones pasadas y futuras: proyectando una imagen de nosotros tanto a nivel personal como profesional que muestre nuestros deseos y un perfil sincero, honesto y acorde a lo que busca la empresa.
- Destacar nuestros logros personales o profesionales: identificando aquellos hitos de los que nos sentimos especialmente orgullosos.
Lo ideal sería apoyarse indistintamente en cada uno de estos enfoques o en otros similares, y construir un discurso flexible con el que nos sintamos cómodos a la hora de hablar de nosotros mismos.
Construyendo un discurso eficaz para hablar de ti en una entrevista de trabajo
Imaginemos ahora que estamos en una entrevista y, en un momento dado, el entrevistador nos pide que le hablemos de nosotros mismos. Si queremos utilizar una perspectiva similar a la que hemos visto anteriormente, podríamos crear un discurso similar a este:
- Una breve presentación: en la que aportaremos algunos datos básicos como nuestra edad, nuestro lugar de residencia o nuestros estudios superiores. En esta parte también podemos citar nuestra situación familiar actual, si lo estimamos oportuno.
- La trayectoria profesional: utilizaremos un resumen muy genérico de toda nuestra historia profesional. Nos centraremos finalmente en nuestro trabajo actual, poniendo especial énfasis en aquellos conocimientos que puedan estar relacionados con el puesto al que optamos.
- Lo mejor de mí: donde podremos resaltar tres o cuatro características que, desde un punto de vista profesional, mejor definen nuestra personalidad.
- Algunos aspectos personales y hobbies: que completarán el perfil y aportarán otros datos también interesantes y relacionados con nuestros intereses o con aquellas tareas que nos apasionan y solemos hacer en nuestro tiempo libre.
- Mis motivaciones o intereses futuros: donde proyectaremos nuestro perfil profesional, indicando qué es lo que buscamos y por qué, conectándolo con la vacante ofertada.
Para terminar, no olvidemos que un entrevistador también quiere conocer los aspectos menos amables de nosotros mismos, nuestros puntos débiles. En este sentido, debemos ser igualmente honestos y sinceros. Es importante responder con tranquilidad cuando nos pregunten sobre ellos. Tratar de maquillar o restar excesiva importancia a nuestros puntos débiles suele ser contraproducente y, generalmente, un buen entrevistador lo detectará.