La clasificación a la anglosajona del grado de maestría que se tiene en una actividad ya es de lo más habitual en las ofertas de empleo. Apellidar junior o senior un puesto de trabajo puede hacer referencia a aspectos como la edad, el nivel de conocimiento o de destreza en alguna materia o los años acumulados de experiencia. Recogemos los principales aspectos que tienen en cuenta el nivel alcanzado en una profesión.

Trabajador junior. Comienzo en una profesión

El aterrizaje en el mercado laboral después de acabar los estudios se suele hacer en un puesto de becario. Las tareas que se asignan como principiante tienen que ver con una primera toma de contacto, ya no solo de la profesión, sino con el mundo del trabajo, sus jerarquías, las relaciones, trámites, etc. Por delante queda la adquisición de las herramientas, procesos y metodologías básicas de la profesión. Los becarios tienen sobre todo mucho conocimiento teórico (y más fresco) pero poco contrastado con la práctica de la profesión. Superada esta fase comienzan a adquirirse los conocimientos específicos.

En general, cuando se solicita o se define a un trabajador junior no tiene más de dos años de experiencia. A nivel técnico, se encuentra en proceso de aprendizaje del manejo de las herramientas específicas y todavía no controla competencias funcionales como procesos o estándares.

Adentrándonos en el desempeño de funciones, un trabajador junior tiene un nivel de autonomía bajo. Depende de otros más experimentados para poder avanzar en sus tareas. No tiene todavía la capacidad para ser proactivo en su quehacer diario, y requiere de acompañamiento y supervisión en todas sus tareas.

Trabajador senior. El resto de la vida laboral en el sector

Superados los dos años en una actividad determinada, el nivel de maestría puede dividirse en dos. La categoría de semisenior está reservada a aquellos profesionales que acumulan una experiencia de entre dos y seis años. En este momento ya se han adquirido conocimientos técnicos necesarios como para tener un manejo autosuficiente de las tareas.

Un trabajador senior procura minimizar tiempos, mejorar los procesos y siente que puede ir avanzando en complejidad, por lo que pide más tareas. Conoce los procesos del negocio aunque no es experto. La calidad y productividad en su trabajo es media y la capacidad de innovación todavía es poca.

El profesional reputado. El senior experto

A partir de los seis años el nivel de un profesional se puede calificar de experto. Las categorías de este nivel son las encargadas de ayudar a definir los procesos y supervisarlos. La capacidad de innovación en los trabajadores de este nivel es alto, así como la calidad de su trabajo y productividad. Responden a la presión con solvencia, y son capaces de anticipar problemas y sus consecuencias y ponerle remedio a tiempo.

Con el fin de poder equiparar los niveles de maestría de una profesión en todo el ámbito europeo, se ha creado un Marco Europeo de niveles de competencia. Son ocho los niveles que definen el grado de competencias en una profesión atendiendo a estas variables:

  • Los conocimiento teóricos.
  • Las habilidades, tanto cognitivas, que tienen que ver con el uso de la lógica, la intuición y el pensamiento creativo, como prácticas, en las que están implicados el uso de herramientas, materiales o las destrezas manuales.
  • Las competencias de una profesión, que tienen que ver con el grado de responsabilidad y autonomía a la hora de desempeñar un puesto.

El inestable y cambiante mercado laboral obliga en ocasiones a tener que reinventarse. Esto puede provocar que algunas de las capacidades en una misma persona tengan un nivel de experto, y otras se queden en junior porque han sido adquiridas recientemente.