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«Trabajé en una tienda de discos, pero me echaron al primer día»

Ariel Rot, guitarrista, cantante y compositor.

«No voy a poder hablarte de  empleo, porque tengo poca experiencia en eso». Ariel Rot (Buenos Aires, 1960) se siente afortunado. Tras 35 años sobre los escenarios de todo el mundo, tras miles de horas de composición y de encierro en estudios de grabación, este argentino que emigró a España con su familia para huir de la Junta Militar del general Videla, casi siempre ha vivido de su sueño. De la música. Además, le apasionan los retos. El próximo lo pondrá en marcha en el Festival de la Guitarra de Córdoba, donde, por primera vez, se convertirá en profesor. «Necesito dar método al caos que supone la educación autodidacta», bromea.

Su hermana, la actriz Cecilia Roth, llegó un día a casa con un amigo que traía una guitarra eléctrica. ¿Empezó ahí el sueño?
Yo tenía apenas diez años. Fue un amor a primera vista. El amigo de mi hermana dejó la guitarra en casa porque ya era muy tarde para ir cargado con ella y estuve tocándola como una semana. En casa había una guitarra española y un piano, pero el vínculo lo encontré en ese momento.

¿Ayuda a ser artista vivir rodeado de ellos?
En casa había mucho ambiente musical. Siempre había ensayos de mi madre [la cantante Dina Rot]. De repente, llegaba gente a ensayar como el Cuarteto Cedrón o se montaban fiestas donde siempre había alguien cantando y tocando. Por mi casa pasaron Paco Ibáñez, Soledad Bravo e incluso Vinicius de Moraes, pero esa noche yo estaba durmiendo y no me despertaron. No perdonaré jamás a mis padres [risas].

¿Siempre ha vivido de la música?
En realidad tuve un empleo, pero me echaron al primer día. Fue en una tienda de música cuando tenía 14 o 15 años. Tenía una visión muy glamourosa de lo que era trabajar en un lugar así y me imaginé recomendando música a la gente. Pero no, me mandaron al depósito a subir y bajar discos. Después me enviaron a llevar una pila enorme de discos, me crucé con un amigo y le dije que me acompañara. Parece que no sentó muy bien al dueño. Imagino que esa manera de concebir el trabajo no iba con la política de la empresa.

En 1976, viene a España con su familia y con la de su amigo Alejo Stivel. El germen de Tequila estaba naciendo…
En realidad primero entré yo a tocar de guitarrista en la banda, que no tenía nombre. Hicimos algunos conciertos en la escena de esa época, todo muy underground. Pero después de un año nos ofrecen grabar un disco. Alejo estaba ensayando con nosotros para convertirse en el cantante. Grabamos y fue todo muy rápido. Llegué casi con 17 años a España, a los cuatro meses estaba tocando con Tequila y en menos de un año ya estábamos grabando.

¿Fue entonces cuando se dio cuenta de que podía vivir de esto?
Bueno, no me atrevo todavía  a decirlo. He tenido muchas subidas y bajadas.En esa época actuábamos por nada, para tomar unas cañas. Después, cuando empezamos a ser un poco famosos sí ganábamos algo más, pero claro, cuando Tequila se acabó estábamos totalmente quebrados. Y pasó mucho tiempo hasta que conseguí levantar cabeza. Tuve que volver a Argentina en 1986. Allí trabajé con una productora de jingles para publicidad. Estuve cuatro años con esa movida.

Fue entonces cuando conoció a Andrés Calamaro…
En ese tiempo yo empecé a colaborar con Andrés y su banda, pero como un hobby. Tuvimos algunos shows, pero actuaba por amor a la música. Unos años más tarde fue cuando nacieron Los Rodríguez.

Y tras vivir las grandezas y las miserias de dos grandes bandas de rock como fueron Tequila y Los Rodríguez, vuelve a la soledad. ¿Está mejor así?
Hay más compromiso en solitario. En un momento determinado de mi vida dije: «Mi nombre soy yo y voy a salir adelante». Fue un acto valiente, pero ahora puedo decir que disfruto de esa decisión. De todas formas, siempre se extraña esa vida, pues al final siempre quedan los mejores recuerdos. Cuando eres solista, te juntas con la banda para ensayar y salir de gira. Cuando perteneces a una banda, la razón de ser es tener un sitio donde tocar y poder juntarte haya o no trabajo para tocar todos los días. Es ahí donde surge la química.

Tras 35 años sobre los escenarios, ¿con qué se queda?
Me considero muy afortunado de haber tocado con la gente que toqué. Con los Attraction, con Andrés, con Fito, con Alejo, gente de mucho talento. Y después de haber  tenido dos momentos estelares con Tequila y Los Rodríguez, me gusta haber sido capaz de rehacer mi carrera y de que se haya convertido en algo más sólido que nunca.

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