Hay casos famosos de acoso laboral en los medios. Los conocemos por testimonios de profesionales sometidos a un gran estrés por lograr un objetivo inalcanzable o deportistas que deben conseguir determinado puesto en las clasificaciones. Es la cara visible de este fenómeno, pero en realidad le puede pasar a quien menos se lo espera. No hay una tipología determinada ni de víctima ni de puesto, pero sí hay características comunes entre los que acosan. ¿Qué se puede hacer?
Si crees que estás sufriendo acoso laboral, lo primero es tomar conciencia de tres puntos:
- Tú no eres la causa.
- Le puede pasar a cualquiera.
- Hay que dar un vuelco a la situación.
El acoso laboral es una agresión y como tal hay que hacerle frente. Aunque se ha hablado largo y tendido sobre este tema y se trata de acabar con este mal, no hay todavía suficiente sensibilización y continúan dándose múltiples casos.
Reconocer el acoso laboral
A una persona que nunca antes había padecido acoso laboral le cuesta mucho reconocerlo. Como suele empezar de forma gradual y poco evidente, son muchas las dudas que se crean en la víctima y, para cuando ya ve más clara la agresión, por lo general está debilitada y ha mermado su capacidad de acción.
Estas son un conjunto de actitudes que engloban la situación de acoso laboral. No es frecuente que se den todas al mismo tiempo ni exactamente de la misma forma; si solo reconoces algunas o determinados aspectos no descartes que lo estás sufriendo:
- Dañar la competencia como persona trabajadora. Te pueden privar de trabajo efectivo o impedirte el acceso a los recursos necesarios para desempeñar tu puesto y acusarte después de mantener una actitud pasiva. O al contrario, cargarte de tareas para agobiarte y desacreditarte como inútil o incompetente si no las llevas a cabo. Incluso se llegan a provocar errores que se achacan malintencionadamente a la víctima. También pueden mandarte cometidos que no se corresponden con tus competencias con el fin de humillarte. Además, es frecuente que los agresores amenacen con usar instrumentos disciplinarios (como rescisión de contrato, expediente disciplinario, despido, traslados forzosos, entre otros).
- Dañar la comunicación y la reputación personal. Puede que te impidan la comunicación con tus compañeros de trabajo, que te separen físicamente de ellos e incluso que les adviertan que no les conviene relacionarse contigo. Son frecuentes las burlas y bromas malintencionadas. Más allá de esta actitud y con la misma finalidad, se pueden difundir rumores y calumnias acerca de ti. Esta medida puede llegar a traspasar las paredes de la empresa, departamento o institución para tratar de perjudicar tu reputación de cara al exterior.
- Dañar la integridad de la salud. En los casos más extremos hay quien sufre un deterioro de su entorno físico. Se le llegan a asignar tareas que ponen en peligro incluso la integridad física. A veces se impide o se dificulta que se tomen las medidas de seguridad necesarias para realizar una actividad. Reciben amenazas e intimidaciones, ya sean verbales o mediante gestos, o bien por escrito. Incluso se producen zarandeos y empujones, contacto físico con el fin de atemorizar, y son frecuentes las insinuaciones o proposiciones sexuales directas o indirectas, es decir, el acoso sexual.
Medidas que se pueden tomar
Es fundamental que, una vez hayas tomado conciencia, se produzca un cambio en tu vida. El acoso laboral está considerado por ley como un riesgo para la salud, reiteramos que es una agresión y, como tal, provoca daños, ya sean físicos o psicológicos. Lo más urgente en un primer momento es resguardarse. No hay que tratar de buscar la causa del acoso para intentar resolverlo. Cuando se produce, es un comportamiento censurable y punible en cualquier caso, no hay motivo que justifique esta actuación. La agresión debe cesar.
Puedes empezar por contarlo en tu entorno más cercano; seguramente está al tanto de tus lamentaciones, pero quizá no ha llegado a percibir la magnitud del hecho y no sepa que te están hostigando y que se le puede poner el nombre de «acoso laboral». Su apoyo puede ser fundamental en el proceso.
Buscar ayuda psicológica profesional puede ser un segundo paso. No solo porque te proporcionará herramientas para generar defensas ante la agresión y porque puede empezar a curar heridas. Además, puede dar testimonio objetivo de tu situación a efectos legales. No pienses en que no vas a poder hacer frente económicamente a esta ayuda, acude a tu centro de salud.
Al mismo tiempo, conviene recabar toda la documentación posible de tu acoso: fotografías, mensajes (incluidos wasaps), emails, grabaciones telefónicas e incluso grabaciones de voz en las que se escuche la tuya también. Quizá no todas las pruebas te sirvan en un juicio, pero cuanta más información recopiles, más posibilidades tendrás de demostrar el acoso.
Si te has decidido por iniciar medidas legales, puedes tomar dos vías: la administrativa a través de la Inspección de Trabajo y a través de la Jurisdicción Social. Puedes denunciar a un acosador en concreto o bien a la empresa por no haber tomado las medidas necesarias para evitarlo. Si se pertenece a la Administración pública, hay protocolos específicos contra el acoso laboral. Ten en cuenta que antes de empezar, tendrás que poner en conocimiento de la empresa que estás sufriendo acoso laboral. Ha de ser de manera formal, por ejemplo, por escrito con acuse de recibo.