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Relaciones tóxicas en el trabajo

En los lugares de trabajo se está sometido a la inevitable interacción con personas que tienen comportamientos tóxicos. Se prodigan las rivalidades, aparecen las envidias y celos y se vuelcan frustraciones con mayor o menor intensidad. En definitiva se pone a prueba la inteligencia emocional para aguantar el tirón de la semana. Afecta directamente a la estabilidad emocional y contribuye a que brote el mal humor. La exposición continuada puede hacer que aparezca la tristeza  e incluso desencadenar una depresión.  Es importante identificarlos y poner remedio para que no perjudiquen ni al estado de ánimo ni al desempeño de las funciones.

Cómo identificar las conductas tóxicas

Este es un  catálogo de las conductas que enrarecen los ambientes en los centros de trabajo hasta volverlos irrespirables y frente a los que hay que estar prevenidos y poner remedio.

Cuando se hace una crítica a un trabajo a veces ésta se mezcla con argumentos que atañen a otras esferas, al estilo, la personalidad o rasgos que no son del agrado del otro. Esto no invalida el trabajo o no puede utilizarse como argumentación para restarle valor. Hay que estar despierto y detectar si se está evaluando de forma constructiva o solo con el afán de desacreditar para quedar por encima.

Cuando se  ha establecido esta rutina, que a veces es la propia inercia que arrastra porque se ha catalogado a una persona de determinada forma, hay que templarse y rebatir siempre volviendo al hecho objetivo. Sin entrar al trapo en descalificativos y ofensas y tener una actitud proactiva. Esta conducta puede estar en nosotros, es necesario detectarla y buscar soluciones. Sustituir la queja con una acción proactiva avanzará en la resolución.

La negatividad y la crítica continuada a una persona o un grupo es un consumidor voraz de energía. Desvitaliza y provoca una hostilidad permanente. Recurrir de forma repetitiva al comentario dañino y la queja favorece un mal ambiente. Quien escucha continuamente estos comentarios corre el riesgo de contagiarse y entrar en la espiral, a veces hasta por no ser blanco de esas calificaciones. Lo mejor, evitar o desactivar los juicios ofensivos. El humor es un buen aliado en estas ocasiones.

Otra conducta dañina bastante habitual en el día a día laboral es la pasivo-agresiva. Quién la adopta no expresa claramente que está en desacuerdo con una cuestión en la que se ve implicado. En vez de hacerla patente toma una actitud de resistencia e impide o ralentiza la buena marcha de algún proyecto. El miedo al cambio, a salir de la zona de confort y una baja autoestima  está detrás, muchas veces, de estas posturas. Identificar que las reticencias obedecen a cuestiones que nada tienen que ver con la calidad o idoneidad de los planteamientos ayudará a combatir estas conductas.

La manipulación es frecuente en las relaciones laborales y más cuando hay relaciones jerárquicas y luchas de poder donde hay que engrosar la lista de aliados para salir reforzado. La alerta salta cuando se siente prevención frente a propuestas de ética dudosa. Antes de verse obligado a hacer cosas que están en contra de los propios valores es importante detectarlas  y ponerles freno de la mejor manera para no ceder ante el chantaje.

Esquivar los comportamientos dañinos

Autocontrol. Como norma general debe imperar el «contar hasta diez» antes de actuar o hablar, no entrar al trapo es un buen mantra para manejar estas situaciones. La interacción en el entorno laboral es compleja. Por un lado hay que dar lo mejor de uno, las mejores cualidades, actitudes, ideas, propuestas. Pero por otro se impone ser precavido y desarrollar el control de uno mismo y de sus emociones. Aprender a comunicarse con asertividad evitará tensiones en un lugar donde hay que hacerse un hueco en el que crecer profesionalmente. Hay que medir cada interacción con jefes y compañeros para que esta se produzca de una forma positiva y enriquecedora. Cuando no es posible, porque solo nuestra actitud depende de nosotros, y no siempre estamos en disposición de hacerlo, es preferible abandonar el barco. La salud mental está en juego.

Cuando hay que enfrentarse a situaciones incómodas por agresivas es importante no contribuir con más agresividad, evitar responder al ataque, ni siquiera con ironía. Aunque tampoco es recomendable callar (pero sí valorar si lleva a algún sitio). Si hay que responder hacerlo desde la tranquilidad tomando varias respiraciones antes de exponer.

En otras ocasiones hay que ser contundentes y dar una respuesta firme. Como en una situación de acoso, por ejemplo. No dejar que pase como si nada y comunicarlo al menos a las personas de confianza. Si la situación persiste hay que comentarlo con los superiores porque seguramente más personas tienen esa sensación que se sufre.

 

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