Aunque en nuestro país no es lo habitual, en otras partes del mundo tener relaciones en el trabajo puede significar el despido. Hace unos días, el consejero delegado de MacDonald’s tuvo que renunciar a su puesto por tener una relación en el trabajo. Es algo generalizado en las empresas estadounidenses. En los contratos de los altos ejecutivos se añaden cláusulas que impiden las relaciones con subordinados, clientes o proveedores. O también, en los códigos internos de conducta se prohíbe expresamente los romances entre empleados.

Algunos códigos internos vetan las aventuras en el trabajo

Las razones son variadas. Desde evitar los tratos de favor que se puedan producir hasta proteger la confidencialidad. Y, quizás, también una cuestión de imagen en una sociedad que ve las relaciones amorosas de una forma un tanto conservadora.

Por extensión, puesto que estas empresas son multinacionales con presencia en otros países son muchas compañías las que obligan a todos sus empleados, independientemente de la cultura a la que pertenezcan, a firmar los códigos de conducta en los que quedan vedadas las relaciones sentimentales entre empleados. Pero eso es como poner puertas al campo. Seguramente se pasa más tiempo en el trabajo que en ningún otro sitio y las probabilidades de que surja un romance con alguien del entorno laboral son muchas.

Cómo manejar las relaciones en el trabajo

La cuestión está en cómo se maneje la situación. Las relaciones en el trabajo están atravesadas por relaciones de poder que pueden provocar una mala experiencia si la cosa no se desarrolla en los términos de una relación saludable. En las relaciones donde la situación entre ambos componentes es simétrica, entre compañeros de trabajo, simplemente habrá que llevarla con tal grado de profesionalidad que el curso de la relación no interfiera en el ámbito laboral.

La decisión de si hacerlo público o no está en las personas implicadas. Si se trata de una relación esporádica que puede acarrear comentarios y enrarecer el ambiente quizás es mejor ocultarlo. Pero si se trata de una relación que se consolida hacerlo público puede ser la mejor opción para evitar rumorología.

Si se hace una buena gestión, el asunto no tiene por qué tener mayor trascendencia. Pero, en el caso de que una relación entre empleados estuviera afectando al desempeño del trabajo, el departamento de recursos humanos podría optar por cambiar a una de las partes a otra área de la empresa para que la productividad o el ambiente no se vea afectado.

Si la cuestión tomara tintes más graves y la empresa decidiera despedir a un empleado por mantener relaciones en el trabajo con otro compañero/a, esta decisión se podría recurrir. Con toda probabilidad, el despido será nulo, ya que las causas para la rescisión del contrato se encuentran en el ámbito de la privacidad del empleado. El motivo del despido no puede ser mantener una relación con otro trabajador porque se estaría vulnerando el derecho a la intimidad por más que exista un código ético en la empresa que lo impida.

Relaciones en el trabajo: ¿Qué pasa si tengo una aventura con un compañero o con el jefe?

¿Qué dice la ley al respecto?

El Estatuto de los Trabajadores no se pronuncia a este respecto, pero sí sobre el derecho a la intimidad en su artículo 4 sobre los derechos laborales. En este sentido, al ser la máxima norma laboral lo que se indique en el código interno de la empresa, en caso de que desautorizara las relaciones sexo-afectivas entre empleados, no podría contravenirlo.

Además, no todas las relaciones tienen la misma aceptación social. En relaciones entre personas del mismo sexo se pueden producir situaciones de acoso laboral o mobbing por parte de la dirección o de otros trabajadores y producirse un trato discriminatorio motivado por prejuicios hacia la libertad sexual.

Relación sentimental jefe-empleado

Lo que en ocasiones se inicia como una relación consentida puede desembocar en acoso sexual cuando una de las partes no quiere continuar con la relación. Este tipo de situaciones son muchas veces silenciadas por temor a que se responsabilice de la situación de acoso a quién la está sufriendo (una gran mayoría son mujeres), a no ser creída o al temor al despido.

Sobre todo, en los casos donde una de las personas que compone la pareja es superior jerárquicamente. El uso de esta posición privilegiada en la empresa para dañar puede desencadenar graves consecuencias tanto a nivel profesional impidiendo que la víctima mejore profesionalmente o incluso que le lleve a abandonar su puesto de trabajo. Y, por descontado, a nivel extralaboral pudiendo afectar gravemente al bienestar psíquico.