No todos los freelance son autónomos, ni, por supuesto, todos los autónomos son freelance. Pero hay freelance autónomos y autónomos freelance ¡y muchos! Te explicamos la diferencia entre estos dos términos que a veces lleva a confusión.
Empezamos con las definiciones: un freelance es una persona que ofrece sus servicios de forma autónoma a una empresa (o a un particular), lo que no significa que sea autónomo. Sin embargo, en la práctica, el freelance al que estos servicios le suponen el 100% de sus ingresos, es autónomo.
Y es que “autónomo” es una figura jurídica. Se refiere al profesional que cotiza a la Seguridad Social como trabajador por cuenta propia. La responsabilidad que adquiere en su empresa es ilimitada. Si algo va mal, se verán comprometidos sus bienes presentes y futuros. Todo su patrimonio está en juego. Ahora bien, todas las ganancias son también para él.
¿V o F? Verdadero: el freelance aspira a hacerse autónomo
Cuando un freelance empieza a ofrecer sus servicios, es frecuente que no pague desde el primer mes la cuota de autónomos a la Seguridad Social. Ya comentamos en su día cuándo debe un freelance hacerse autónomo. La mayoría de las veces comienza su actividad combinando el cobro de otros ingresos. Normalmente trabaja como asalariado, recibe una prestación o bien, en el peor de los casos, no cuenta con ningún otro ingreso. Se puede decir que su actividad autónoma todavía no es su sustento principal.
En el momento en que se convierte en su mantenimiento, ya tiene que plantearse el darse da alta como autónomo y empezar a cotizar por ello. La obligación es que se haga cuando se realice “de forma habitual, personal y directa una actividad económica a título lucrativo”.
¿V o F? Falso: ser profesional autónomo es lo mismo que ser profesional freelance
Muchos autónomos españoles no se consideran freelance y nadie los llamaría freelance. Es el caso de un taxista con coche propio, un comerciante, el dueño de un bar, un electricista, un transportista… Todos estos profesionales suelen estar dados de alta como autónomos. Una empresa que contrata los servicios de un freelance, también le suele llamar “colaborador”, mientras que a este otro tipo de autónomos se les denomina en todo caso “proveedor”.
Pero, evidentemente, muchos colaboradores o freelance están dados de alta en el RETA y pagan sus cuotas a la Seguridad Social, es decir, son autónomos. Es el caso de consultores, diseñadores, redactores, social media o desarrolladores web, entre otros muchos.
Reflexionemos sobre todo lo dicho anteriormente: autónomo y freelance no son conceptos excluyentes, pero tampoco son sinónimos. El primero alude a la relación que entabla el trabajador con el cliente y el segundo remite a una figura jurídica. En ocasiones convergen en la misma persona y en otras van por separado.