En la Edad Media los maestros artesanos eran los expertos que enseñaban un determinado oficio a los recién llegados, los aprendices. Años de experiencia, de bregar con materiales, herramientas, proveedores y clientes, lo que llamaríamos ahora el know how, constituía la maestría dentro de la profesión y suponía un conocimiento profundo y valiosísimo para las nuevas incorporaciones a los talleres.

Aceleración de la curva de aprendizaje

Este modelo bien podría valer para lo que ahora conocemos como mentoring, profesionales con una dilatada experiencia que ofrecen sus conocimientos a personas con un perfil de emprendimiento que se inician en un negocio o sector. El mentoring forma parte de los procesos de aceleración de emprendimiento en las start up. Está demostrado que es un método que optimiza la constitución de una iniciativa emprendedora.

Pero esta técnica no solo sirve para guiar en los inicios de las aventuras empresariales. El mentoring también puede enfocarse dentro de las empresas para aportar valor en la gestión del talento en una compañía. En estos casos, se orienta hacia el acompañamiento durante los primeros meses de los nuevos ejecutivos por parte de los directivos con mayor experiencia. Puede formar parte de las actividades de lo que los anglosajones llaman onboarding, el desembarco de nuevo talento facilitando así su integración en la empresa. Garantiza un buen nivel de satisfacción y beneficia al compromiso con los valores de la compañía. Favorece, en definitiva, el engagement.

De esta forma, se obtiene un aprendizaje y adaptación más rápida. Y se consigue reducir la pérdida de productividad que conllevan las incorporaciones. Los resultados son tan satisfactorios que este método es cada vez más empleado para diferentes ámbitos.

El mentoring, aprendizaje de la experiencia

Mentoring como actividad altruista

El mentoring es una actividad altruista, donde quienes hacen esta labor de acompañamiento y asesoramiento no reciben remuneración.  Por este motivo, está incluido en el programa de responsabilidad social corporativa de algunas empresas o, incluso, forma parte de proyectos orientados a potenciar el tejido empresarial en una región, como por ejemplo la iniciativa Mentoring Extremadura.

Como consecuencia de una relación  de mentoring se establecen relaciones profesionales que perduran en el tiempo y favorecen la creación de una red de capital humano de alto valor.

Diferencia entre coaching y mentoring

Pese a que comparten características comunes en tanto que ambos son métodos que dan apoyo a  profesionales para impulsar su carrera, el mentoring y el coaching utilizan técnicas y enfoques diferentes para mejorar competencias y cualidades profesionales. Estas son algunas de ellas.

Mientras que el coaching tiene objetivos concretos como puede ser aprender a comunicarse con eficacia o mejorar la gestión de equipos el mentoring pone el acento en la relación entre mentor, el profesional de mayor experiencia y el mentee, el pupilo, y en la potencial red que se generan entre las dos partes.

Las sesiones de coaching se desarrollan durante un periodo corto de tiempo, seis meses en la mayoría de los casos. En cambio, en el mentoring no hay prisa porque no hay un objetivo inmediato que cumplir. Se trata de nutrir una relación, del trasvase de información y know how  que pueda transmitir de un experto a un novato, sin un objetivo más allá que el beneficio que esa relación pueda generar en forma de contactos profesionales y conocimiento del sector.

De igual manera, también es distinto el enfoque en los dos métodos. En el coaching, el coach queda en un segundo plano, el protagonista del proceso es el coachee, quién recibe el acompañamiento que, gracias a las técnicas del coach mejora sus propias herramientas y recursos. En el mentoring, sin embargo, la experiencia, los consejos del mentor es la órbita sobre la que gira el proceso.

¿Qué cualidades debe tener un mentor?

La Red de Mentoring de España  es una plataforma dedicada a gestionar y dar a apoyo a programas de mentoring en las empresas. También ofrece formación y acreditación de mentores, además de participar en la creación de redes de mentoring gracias a un importante pool de profesionales.

Julio Rodríguez Díaz, director de la Red explica las cualidades que deben cultivar estos guías de excepción: “Un buen mentor se divierte estando con otras personas e interactuando con ellas. Es capaz de escuchar activamente, a la persona al completo, no solo lo que dice. Deja las soluciones fuera temporalmente, tiene experiencia en lo que necesita el mentorizado, es capaz de lidiar con las emociones y sabe dar retroalimentación con un tono que ayuda a crecer. Un mentor es un modelo en ocasiones de referencia, alguien que acelera tu proceso de aprendizaje”.

Y, ampliando el listado de facultades deseables en un mentor, enumera otras más al alcance como “saber escuchar, saber aconsejar, no dirigir, saber relatar buenas historias, tener contactos. Para el autor del libro Mentoring para emprendedores. Guía práctica (Madri+d, 2012) cuando alguien se implica en un proceso de mentoring debe ser capaz de renunciar a la dinámica de la dirección a la que está acostumbrado en su vida profesional, porque, advierte: Muchas veces estamos acostumbrados a dirigir y en el mentoring el mentor no dirige, orienta y estimula.