El tiempo de trabajo, su flexibilidad y el modo en el que se desempeña es un tema recurrente en cuanto a satisfacción laboral. Los medios tecnológicos a nuestro alcance, las formas de vida cambiantes, el ejemplo de compañías de otras latitudes con horarios que ponen el foco en el bienestar de las plantillas, ha permitido que el tiempo de trabajo esté siendo un asunto de continua reflexión. A pesar de que todavía hay muchas empresas que realizan jornadas con horario partido, con la llegada del verano se generaliza la jornada intensiva o jornada continua.

¿En qué consiste la jornada intensiva?

Se considera jornada intensiva la que se realiza de forma continua sin descansos. Es decir, en vez de realizar la jornada laboral en dos bloques: Uno desde por la mañana hasta la hora de comer, para a continuación tomarse un descanso largo de dos o tres horas, y luego realizar el bloque de la tarde.

Esta peculiaridad de nuestra jornada laboral (en el resto de Europa casi no existe) tiene su origen en un momento, a mediados del siglo pasado, en el que era habitual tener dos puestos de trabajo. El descanso a mediodía era necesario para poder afrontar la jornada de la tarde con las fuerzas renovadas.

Esto configuró un estilo de vida. Muchas reuniones de trabajo en las que se establecen nuevos vínculos con proveedores o nacientes acuerdos comerciales también se cierran en estas horas intermedias.

Empleados comiendo tras una jornada intensiva en el trabajo

El cómputo anual de horas favorece la jornada intensiva

Pero la sociedad se va transformando, y la conciliación con la vida personal gana importancia. No todo es trabajar, existen otras responsabilidades con las que también hay que cumplir, y se quieren desarrollar otros aspectos vitales. Además, se restan horas de sueño al llegar demasiado tarde a casa. Cada vez se pone más en cuestión esta forma de partir la jornada, y son más las voces que se postulan a favor de una reflexión sobre la racionalidad de nuestros horarios.

Las temperaturas veraniegas, en un momento en el que los aires acondicionados no eran la norma, favorecieron el que se instaurara en el periodo estival la jornada intensiva. Es decir, hacer toda la jornada de corrido, parando a descansar poco tiempo, unos quince o treinta minutos.

Esta jornada suele cumplirse en menos horas. De manera que las empresas compensan ampliando un poco el horario a lo largo del año, para reducir la que se realiza en verano. El cómputo anual de horas queda así ajustado.

¿Tienes derecho a la jornada intensiva?

El marco normativo para saber si se tiene derecho a realizar jornada intensiva se establece por convenio o en el propio contrato de trabajo. El Estatuto de los Trabajadores no dice nada sobre sobre este aspecto.

Aunque no es claramente exigible, el hecho de que todos los trabajadores de la empresa realicen una jornada intensiva en verano también puede considerarse una costumbre en la empresa. Por lo que podría constituir un derecho adquirido por esta vía.

Por último, si por razones de conciliación necesitas adaptar tu horario de trabajo para realizar una jornada intensiva, puedes solicitar la adaptación de jornada a la empresa en virtud del Real Decreto-Ley 6/2019. La empresa deberá valorarlo y, en caso de que lo deniegue, tendrá que argumentar los motivos.

¿Por qué algunas empresas no implementan una jornada intensiva?

Las razones que las empresas alegan para no realizar jornadas intensivas suelen ser del tipo que necesitan compatibilizar el horario con el mismo que tienen sus proveedores. También que se quiere ofrecer un horario amplio para la atención al cliente. Pero esto ocurre en sectores muy determinados como es el pequeño comercio.

En general, los beneficios de la incorporación de una jornada intensiva (independientemente de que el horario sea de mañana o de tarde) son mayores que los perjuicios o inconvenientes que crea. Para quienes trabajan las posibilidades de conciliación son mejores, además del ahorro en transporte.

En el caso de las empresas también supone ventajas económicas en cuanto al coste energético. Para el planeta, el impacto sobre el medio que implica concentrar el trabajo en unas horas es menor que duplicar el consumo de recursos.