Si Hedy Lamarr hubiera vivido en una sociedad en la que se aplaudiera su vocación científica, seguramente no la conoceríamos por sus papeles como actriz en el Hollywood dorado. Sería famosa por su aportación a la ciencia. Ya que fue la inventora del sistema en el que se basa el wifi, y quién sabe cuántos inventos más. Se dedicó toda su vida, en privado, a inventar. Pero si hoy, en el 2020 solo un 30% de las investigadoras son mujeres, imaginad lo poco apoyado que estaba el talento científico en una mujer en los primeros años del siglo pasado.

Para que las hedylamarr del presente puedan desarrollar su vocación científica hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Con esta fecha, la ONU pretende impulsar el derecho a la igualdad de oportunidades de las que deben disfrutar mujeres y niñas para desarrollar su talento investigador.

El papel de las mujeres científicas en España

La ciencia también es un lugar con techo de cristal para las mujeres en España. Así concluye el informe Científicas en cifras 2017, que publicó en 2018 el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. El límite por arriba es una de las principales barreras a las que se enfrentan las mujeres científicas en nuestro país. Los datos recogidos demuestran que, desde el año 2009, ha permanecido inalterable la proporción de mujeres en el conjunto del personal investigador, que es del 39% (en la empresa privada solo suponen el 31%).

La Administración Pública (48%) y las universidades (43%) han contribuido a elevar la cifra. No sería un mal dato, si no tuviésemos en cuenta la distribución en cuanto a puestos de responsabilidad. En la carrera investigadora, el grupo A es la categoría de mayor rango y es al que pertenecen las catedráticas. En este tramo, hay una notable infrarrepresentación de mujeres (en los rangos inferiores hay un mayor equilibrio). Las catedráticas son un 21% en la universidad pública y un 28% en la privada.

¿A qué problemas se enfrentan las mujeres científicas españolas?

Como en el resto de ámbitos profesionales las mujeres se enfrentan a un gran problema al llegar a determinada edad. Las etapas de máxima fertilidad de las mujeres corresponden con las de máxima productividad en la ciencia y la tecnología, según señala el informe COTEC (Fundación para la Innovación), For Women in Science. Cuando deciden formar familia desciende su capacidad de compromiso con la investigación debido a que el peso de los cuidados recae principalmente sobre ellas. Encuentran muy complicado compaginar la crianza con el desarrollo de la profesión investigadora. Cuando quieren incorporarse de nuevo ya han perdido puestos que son muy difíciles de recuperar.

Aunque esta es podría ser la traba principal, desenvolverse en un mundo principalmente masculino trae de la mano otro tipo de obstáculos. Por ejemplo, el de las menores oportunidades de promoción. Un menor contacto entre iguales limita bastante el fomento de sus carreras, como señala el informe de COTEC.

La organización eminentemente masculina de los laboratorios y otros centros de investigación provoca el que ellas no se desenvuelvan con tanta comodidad y sus carreras quedan supeditadas a las de los hombres. Como muestra, el 71,4% de los puestos de investigadores principales en las universidades están ocupados por hombres.

 

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Las investigaciones de las mujeres obtienen menos reconocimiento

Por otro lado, también existe una barrera a la hora del reconocimiento de la comunidad científica. La notabilidad tiene mucho que ver con la capacidad para saber venderse en un mundo en el que el éxito depende, en gran medida, del número de publicaciones científicas que se pongan en circulación. Actualmente existen unos veinte millones de los conocidos como papers (artículo científico) desde 1980.

Las universidades de Yale, Harvard y Manheim han cuantificado este problema y apuntado los motivos por los que las mujeres no consiguen tanta publicidad para sus investigaciones. Para ello, han contabilizado el número de términos positivos que incluyen en sus presentaciones respecto a las de los hombres. Ellas utilizan un 21% menos de términos positivos que los hombres, por lo que consiguen un 13% menos de citas. El resultado es que promocionan peor sus investigaciones.

Seguramente, y esto ya fuera del estudio, este hándicap se combina con un sesgo sexista gracias al cual se cita más el estudio que se identifica con un hombre que con una mujer, algo así como lo que pasa con la selección de personal y se corrige con el CV ciego.

Cómo se puede incentivar la vocación científica en las niñas

Y es que, de aquellos barros estos lodos. La cosa viene de lejos. Desde pequeñas, las niñas ya se autoperciben como menos capaces que sus compañeros varones para las habilidades científico-técnicas.

Una combinación desincentivadora de falta de referentes femeninos y menor autoconfianza en las capacidades para la ciencias y matemáticas, y percepción de entornos excesivamente competitivos y agresivos, provoca que ya desde los 15 años las chicas opten por especialidades relacionadas con las humanidades o que tengan aplicación social y las prefieran a las ciencias.

Si las niñas creen que tienen inferiores capacidades científico-técnicas es porque su entorno, la sociedad, también tiene ese prejuicio. La labor, entonces, debería centrarse en la sensibilización de la sociedad y las escuelas, para no perpetuar el estereotipo machista sobre el talento de las niñas para las ciencias. Celebremos el Día de las Mujeres y las Niñas en la ciencia para no tener que celebrarlo más.