Es importante saber decir que no ante ciertas situaciones, porque esto evitará que termines en medio de una circunstancia a la que no querías llegar y de la que deseas escapar. Antes de tensar tanto la cuerda, un no a tiempo puede convertirse en la clave para conservar el equilibrio en tu vida. Esto también se puede trasladar al ámbito laboral, pero con cuidado. Por eso, te damos algunos consejos para aplicar a la hora de decir que no a tu jefe o jefa, a sabiendas de que le va a incomodar.
Antes de nada, ¿merece la pena decir que no?
Hay algo fundamental cuando sabes que vas a tratar un tema que no le va a gustar a tu jefe: que visualices el desenlace, cómo va a acabar la cosa.
Analiza bien si tu decisión es lo suficientemente firme. Si vas a plantear el tema y a la primera de cambio te vas a desdecir y a asumir aquello a lo que en principio te has negado, es mejor que ni lo plantees. Para saber determinar si esto sucederá, anticipa las posibles respuestas de tu jefe y contéstate a cada una. De esta manera, afianzarás tu argumentación y sabrás de antemano hasta dónde estás dispuesto a llegar.
Dos temas sensibles
Hay cuestiones que no deberían traspasar el límite de lo laboral a lo personal. Sin embargo, sucede más a menudo de lo que nos gustaría. En ocasiones se producen situaciones indeseables en las que quienes supervisan tu trabajo te proponen que lleves a cabo una tarea ilegal o que afecta a tu vida privada:
- Si es una cuestión que te implica legalmente, debes poner especial cuidado. Busca la ayuda de asesoramiento profesional y consulta cuáles son tus derechos. Nadie puede obligarte a hacer una tarea ilegal y puedes denunciarlo llegado el caso.
- Si es una cuestión que te implica personalmente, es muy aconsejable que definas y dejes muy clara la barrera que hay entre tu vida laboral y tu vida personal. Tu jefe solo es la persona que coordina tu trabajo, no tiene voz en tus cuestiones personales. Ponerte en tu sitio salvaguardará adecuadamente esta barrera.
Estrategias con buenos resultados
- Buscar el mejor momento. Si sabes que tu jefe entra con el peor humor del mundo al trabajo y que le va mejorando a medida que pasa la jornada, no le hables a primera hora. Tampoco lo hagas cuando lo veas desbordado. Es decir, fíjate bien en lo que está haciendo antes de hablar con él o con ella. Si no puede atenderte y encima el tema que le vas a plantear es delicado, os vais a poner nerviosos los dos y eso entorpecerá la conversación.
- Propón otra tarea en su lugar. Aquí el peligro es que termine tocándote hacer las dos cosas. Así que te aconsejamos que sólo lo plantees en caso de que la actividad que no quieres desempeñar sea incompatible con la que propones. Por otro lado, también puedes ofrecer como solución llevar a cabo parte de la actividad que te solicitan y contar con la ayuda de otro compañero para completar el trabajo.
- Esfuérzate por dar una buena explicación. A veces es más sencillo plantear la situación tal como es, sin excusas ni verdades a medias. Si tus razones para decir que no son poderosas, sabrás transmitirlas con convencimiento. Y eso, aunque a tu jefe no le guste, sí le puede dar una dimensión de hasta dónde es importante para ti negarte.
- Actúa con mano izquierda. Ten muy claro que tu propósito es decir no a algo muy concreto. Puede que en el curso de la conversación tu jefe saque a relucir temas que no te gusten. Trata de pasar por encima de ellos sin hacer mucho comentario, y sobre todo sin molestarte, e intenta reconducir la conversación hacia la parte que te interesa. Por otro lado, no seas tú quien desvíes el tema, enumerando la cantidad de cosas que haces por la empresa.
A veces es necesario decir que no para poder continuar con tu trabajo en unas condiciones que puedas soportar. Haz acopio de valor y ensaya la mejor de tus sonrisas para poder solucionar este trance por el que todo el mundo ha tenido que pasar en algún momento de su vida laboral.