Las entrevistas de trabajo pueden ser momentos decisivos: lo que digas (o no digas), tu lenguaje corporal, tus silencios o tus respuestas pueden marcar la diferencia entre conseguir el puesto… o no volver a tener noticias de la empresa. Y lo cierto es que, aunque te prepares, hay cosas de la entrevista que pueden salir mal.
Lo importante no es solo evitar errores, sino saber cómo reaccionar cuando algo no va como esperabas. Porque sí, equivocarse es humano, y muchas veces, un buen manejo de la situación puede ser más valioso que una entrevista “perfecta”.
Aquí te contamos cinco errores comunes que pueden ocurrir en una entrevista de trabajo, y cómo puedes reaccionar de forma inteligente y profesional si te ves en uno de estos aprietos.
Te quedas en blanco con una pregunta clave
Estás respondiendo con fluidez, y de repente, el entrevistador lanza una pregunta que te deja congelado: “¿Cuál ha sido tu mayor error profesional?” o “¿Cómo te ves en cinco años?”. Sabes que deberías tener algo preparado, pero no se te ocurre nada.
✅ ¿Cómo solucionarlo?
Primero, respira. Literalmente. No tengas miedo de pedir unos segundos para pensar. Puedes decir algo como: “Es una muy buena pregunta. ¿Me das un momento para pensar la mejor forma de explicarlo?”
Esta pausa denota reflexión, no inseguridad. Además, si de verdad no se te ocurre una respuesta, puedes ofrecer retomarla al final de la entrevista o incluso mencionarla después por email en tu mensaje de agradecimiento.
Te das cuenta de que has hablado demasiado
Es fácil ponerse nervioso y alargar una respuesta más de la cuenta, repitiendo ideas o desviándote del tema. De pronto, ves al entrevistador mirando el reloj y te das cuenta: estoy hablando demasiado.
✅ ¿Cómo solucionarlo?
No te preocupes. Puedes cortar con elegancia con una frase tipo: “Perdona, creo que me he extendido demasiado. Si quieres puedo resumirlo en una frase.”
Esto demuestra conciencia, capacidad de síntesis y humildad. Y te permite retomar el control de la conversación sin parecer inseguro.
Te preguntan por una habilidad que no tienes
Te lanzan una pregunta directa: “¿Tienes experiencia con este software?” o “¿Has liderado equipos?”. Y la respuesta, aunque no te guste, es “no”.
✅ ¿Cómo solucionarlo?
Mentir nunca es buena idea. La mejor estrategia es ser honesto y mostrar disposición para aprender. Por ejemplo: “No he trabajado directamente con ese programa, pero tengo experiencia con herramientas similares, y aprendo rápido. De hecho, ya estoy haciendo un curso para familiarizarme con él.”
Esta actitud demuestra compromiso, autoconocimiento y proactividad. No necesitas saberlo todo, pero sí estar dispuesto a aprender.
El entrevistador te lanza una pregunta incómoda
A veces, la entrevista incluye preguntas personales, de salario, motivos de despido, lagunas en el currículum o situaciones conflictivas con anteriores empleadores. Son momentos delicados que pueden ponerte a la defensiva.
✅ ¿Cómo solucionarlo?
La clave está en responder con honestidad y profesionalismo, sin entrar en detalles negativos ni hablar mal de nadie. Por ejemplo: «Tuve una salida complicada de mi último empleo, pero lo valoro como una experiencia de aprendizaje. Desde entonces, me he enfocado en seguir desarrollándome y mejorar mis habilidades».
O, en el caso del salario: “Estoy abierto a una retribución acorde con el puesto y las responsabilidades. Me interesa más el proyecto y las posibilidades de crecimiento.”
Siempre puedes reconducir la pregunta hacia lo que sí puedes aportar.
Sientes que la entrevista va mal (y pierdes confianza)
A veces no es un error puntual, sino una sensación general: no conectas con el entrevistador, te parece frío, no sonríe, o sientes que no están interesados. La entrevista avanza y tú te vienes abajo poco a poco.
✅ ¿Cómo solucionarlo?
Primero: no saques conclusiones precipitadas. Hay entrevistadores que adoptan un tono neutro o distante como parte de su estilo, y eso no siempre refleja el resultado final.
Lo mejor es mantener la actitud positiva hasta el final, aunque sientas que “no va bien”. Refuerza tu motivación, recuerda tus puntos fuertes, y termina con una pregunta o comentario que muestre interés real por el puesto. Por ejemplo: “He disfrutado mucho hablando con vosotros. Me gustaría saber qué retos principales tendría la persona que se incorpore en este puesto.”
Así, dejas una buena impresión, incluso si al principio no hubo feeling.
Un último consejo: el email post-entrevista puede cambiarlo todo
¿Y si, pese a todo, sientes que no fue tu mejor entrevista? No tires la toalla tan rápido. Muchas personas subestiman el poder de un buen email de agradecimiento.
Un mensaje breve, agradeciendo el tiempo y reforzando tu interés por el puesto, puede compensar algún error o malentendido y que el entrevistador recuerde tu candidatura. Además de mostrar educación y profesionalidad.
Por ejemplo: “Gracias por la entrevista de hoy. Me ha ayudado a entender mejor el puesto y me ha reafirmado en mi interés por formar parte de vuestro equipo. Quedo a disposición para cualquier aclaración.”
Las entrevistas de trabajo no siempre salen como imaginamos, pero eso no significa que estén perdidas. Saber reaccionar con inteligencia, autocontrol y honestidad puede marcar la diferencia entre una mala impresión y una oportunidad para destacar. Y tú, ¿Has vivido alguna entrevista en la que algo salió mal? ¿Cómo lo solucionaste?
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