A menudo, en la vida y en el trabajo se reciben quejas de amigos, compañeros o jefes. Nadie está a salvo porque todos cometemos errores. Y es que ninguno de nosotros es perfecto. Sin embargo, en ocasiones estas quejas no están bien fundamentadas, o están dichas de forma hiriente. Saber transformarlas en una crítica constructiva es todo un arte y puede ahorrarte malos tragos. Descubre aquí cómo hacerlo.
La crítica constructiva: qué es
La crítica constructiva es un juicio encaminado a ayudar a otras personas. En este sentido, es respetuosa con el otro y está basada en una buena intención.
Pero, como dice el refrán, «de buenas intenciones está empedrado el infierno». Así que para que la crítica sea realmente constructiva debe basarse primero en el conocimiento de la situación que se pretende modificar. Y también en la conciencia de que el nuestro es solo uno de los múltiples puntos de vista que existen. Los demás también tienen el suyo, y es muy posible que sea tan apto como el nuestro para mejorar la situación. Sin tener estos dos puntos presentes, nuestra crítica está basada en un juicio falso de la situación, se convierte en paternalismo y es ofensiva.
La pesadilla de las quejas en el trabajo
Como nada ni nadie es perfecto, todo es mejorable. Sin embargo, una cosa es indicar lo que puede ser mejorado y aportar una solución y otra muy distinta es sencillamente quejarse, y hacerlo de forma constante. Porque también hay una diferencia entre el desahogo con un compañero o amigo y la actitud de queja constante. Esta última es improductiva y a la larga solo genera rechazo.
Cuando en el trabajo se tienen jefes o compañeros que solo se quejan, hay un ambiente tóxico y hay que saber protegerse.
Cómo darle la vuelta a la tortilla
Cuando recibas una queja, antes de que reacciones, detente un momento a reflexionar sobre lo que te han dicho. Lo primero que debes hacer es analizar si la crítica tiene fundamento: ¿La persona tiene motivos para quejarse? ¿Es correcto su análisis de la situación?
Si la respuesta a estas dos preguntas es «no», entonces estás frente a alguien con poca madurez. Finaliza la conversación lo antes que puedas y sumérgete en tus obligaciones. No le dediques más tiempo. Las críticas negativas son una de las señales de insatisfacción laboral.
Pero si la respuesta es «sí», entonces puedes enfocarte en obtener una crítica constructiva. Detente a pensar cómo puedes modificar la situación y mejorarla. Fíjate solo en los aspectos que pueden ser cambiados y olvida todo lo demás. Si la persona ha sido desagradable, tu juicio sobre ella puedes dejarlo para otro momento. Ahora se trata de encontrar soluciones.
Para que no seas tú quien traslade quejas a los otros debes ser asertivo. Es decir, debes saber expresar tu punto de vista de forma calmada, aportando soluciones y eligiendo bien el momento. La buena educación es imprescindible. Si te afecta directamente, debes enfocarte en indicar tus necesidades para que lo que digas no pueda interpretarse como un capricho. También has de estar preparado para escuchar lo que la otra persona tenga que decirte y sopesar sus argumentos. De una conversación tranquila salen ganando todos.
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