Todos las previsiones sobre la evolución del mercado del empleo hacia el futuro lo apuntan: el grueso de las actividades remuneradas estará en manos de profesionales cuya formación esté relacionada con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Como no podía ser menos, los anglosajones tienen un acrónimo para englobar todas estas materias STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics). En el mundo del futuro se necesitarán las habilidades que se desarrollan en las STEM.
Carencias formativas en ciencia y nuevas tecnologías a nivel mundial
La automatización tanto en los procesos productivos como de gestión y análisis es cada vez más universal e implica a más actividades. A pesar de los altos índices de desempleo entre la población más joven, a nivel mundial la formación en estas áreas es escasa. Las empresas demandan de forma creciente y urgente profesionales formados en ciencias y tecnología para poder afrontar los nuevos retos, pero se encuentran con grandes dificultades a la hora de contratar estos perfiles, ya que los sistemas educativos caminan más lento y la transformación de la educación no se produce al ritmo que exige la producción mundial.
Para tratar de acortar esta distancia entre formación y necesidades productivas las empresas están optando por instruir a los nuevos empleados en las destrezas que se requieren de forma urgente o incluso pagando una formación externa. Los Gobiernos, por su parte, empiezan a colaborar con el sector empresarial y promueven políticas encaminadas a alentar una vocación científica o tecnológica en los más jóvenes.
STEM en el mundo y en España
Las previsiones sobre la evolución de la demanda de personal especialista en STEM son incontestables. La necesidad de profesionales con este perfil se incrementará en Europa un 14% hasta el 2020. El resto de profesiones tan solo experimentará un incremento del 3%, según datos del CEDEFOP (Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional). Hasta el año 2020 hará falta cubrir un millón de puestos de trabajos científicos y tecnológicos en Europa.
Según datos del Departamento de Educación de Estados Unidos, está previsto que en ese país el aumento de trabajos relacionados con la ingeniería biomédica se incrementen en un 62% en la década del 2010-2020. Los de medicina científica lo harán en un 36%, los desarrolladores de sistemas y software un 32%, analistas de sistemas informáticos un 22% y los matemáticos un 16%. El resto de ocupaciones se incrementarán un 14%.
En España, los últimos datos de Eurostat (2012) revelan que solo 15 de cada 1.000 graduados de entre 20-29 años tiene formación en STEM. Las mujeres están infrarrepresentadas en estos ámbitos, como ya hemos visto en anteriores ocasiones, con lo que se está produciendo una gran pérdida de talento.
¿Cuáles son las barreras para formarse en STEM?
Puede ser que la vertiginosa transformación de la vida que ha provocado la llegada de Internet haya pillado con el pie cambiado a muchos. Pero se está tardando demasiado en reaccionar e incluso se dan pasos hacia atrás. En nuestro país se está produciendo un descenso en las matriculaciones en carreras científicas y técnicas. ¿Cuáles son las causas? La vocación científica es un interés que se va construyendo desde edades tempranas. Según desvela el informe Top 100 innovaciones educativas, publicado por la Fundación Telefónica en 2014, los factores que influyen en la elección de este tipo de estudios pertenecen a distintos ámbitos.
- Educativos, relacionados con el nivel de competencia e interés por STEM de los alumnos.
- Psicológicos, cómo los alumnos se perciben y sitúan frente a las competencias STEM.
- Informativos, qué saben de estas materias y su aplicación.
- Sociales, qué imagen ofrecen las profesiones científico-tecnológicas en la sociedad.
Para alentar el interés en estas materias habría que trabajar en estas cuatro áreas comprometiéndose en una labor divulgativa de la ciencia; creando las condiciones para la igualdad de oportunidades en el acceso a estos estudios que aseguran en cierto modo un futuro laboral de calidad; y evitando la imagen de que para ser científico hay que irse fuera.
¿Hay igualdad de oportunidades para acceder a STEM?
De forma preocupante las universidades politécnicas ven cómo ha descendido el número de matriculaciones. Ya existen estudios en los que se relaciona el nivel de ingresos de las familias de los estudiantes con las carreras que estos eligen. El precio de las carreras STEM son las más caras de la formación universitaria, ya que tienen generalmente un grado de experimentalidad máxima. En el curso 2015-2016 un estudiante STEM gastó 1.312 euros (haciendo media con todas las comunidades autónomas), siempre y cuando no haya estudiado en Madrid o Barcelona, donde confluyen el mayor número de especialidades, ya que pagaron, en el caso de Madrid 1.980 euros por curso o en Barcelona 2.371 euros por año.
La necesidad de formar a profesionales en estas especialidades es evidente para afrontar el futuro. No debemos olvidar no obstante que la vida no consiste solo en producir, es también reflexión sobre quiénes somos, tanto de forma teórica como artística, cuál es nuestro contexto y cómo trabajar para construir un mundo más justo. Estas cuestiones fundamentales deben de convivir en equilibrio para que el progreso alcance al mayor número de seres humanos.