Ganar productividad es en uno de los principales desafíos en tiempos donde la autogestión se afianza como modo de trabajo. La autonomía manda en los trabajos por proyectos. Es habitual, sobre todo en determinadas franjas de edad, que las fuentes de ingresos vengan por simultanear microtrabajos que obligan a ser eficiente en la gestión del tiempo. Por lo tanto, hay hábitos que urge desterrar, errores en productividad que hacen menos productivo tu trabajo, sobre todo cuando te ganas la vida con alto grado de independencia. Te contamos seis prácticas que deberías evitar.
1. No planificar
Enfrentarse a la jornada a demanda termina siendo un caos. Aceptar el trabajo según llega, sin una planificación previa puede hacer que trabajar sea lo único que hagas al cabo del día. Para evitar esto, distribuye el día teniendo en cuenta tus biorritmos: saca mejor partido a las horas de trabajo dedicándolas al momento de la jornada que estás más despejado o hay una mayor tranquilidad.
Identifica qué día de la semana es mejor para abordar determinadas tareas que se producen en circunstancias que no dependen de ti: cuando baja la actividad del resto para lograr una mayor concentración, la llegada de material, el trabajo de otra persona… Y mide cómo encajar las demás actividades que haces en tu vida. Si no planificas puedes agotar tus fuerzas y perder el control sobre tu desempeño. Además de no disfrutar del resto de cuestiones que no son las laborales.
2. Procrastinar
La procrastinación, dejar las tareas que más cuestan para el final, es el hábito más frecuente y letal de la productividad. Según los expertos, se produce porque hay una falsa sensación de que más tarde se estará en mejores condiciones de abordar esa tarea que cuesta más realizar. Pero es falso, lo que suele ocurrir es que se llega a emprenderla con elevados niveles de ansiedad derivadas de la culpa, porque se acaba el plazo.
Pero también puede ser un impulsor. Hay quienes prefieren utilizar toda esa adrenalina para favorecer la concentración. Aunque en la otra cara de la moneda ocurre que la falta de tiempo hace que no se puedan corregir fallos o pensar dos veces las cosas. Fijar las tareas que más pereza dan para hacerlas cuanto antes, no dejará que llegues al final de la jornada con tanto estrés y que la calidad de lo que haces no se resienta.
3. No limitar un tiempo para cada tarea
Es importante fijar un tiempo estimado para cada tarea. Esto ayudará a no procrastinar y despejar el fantasma del perfeccionismo. Las labores más difíciles, con las que no se obtienen tan rápidas recompensas (en forma de trabajo terminado y bien hecho) suelen alargarse innecesariamente.
Así que, haz un cálculo del tiempo que te lleva cada quehacer en condiciones normales, y no dediques más minutos de los que te marques. Lograrás imprimir dinamismo a tu jornada, y que al final quede tiempo libre para los imprevistos que, invariablemente, aparecen.
4. Multitarea = menos productivo
Hay que desechar la creencia de que se pueden hacer bien muchas cosas a la vez y que, por añadidura, es sinónimo de productividad. Nuestro cerebro no funciona de esa manera, no podemos hacer varias tareas de forma simultánea. Como mucho, se puede cambiar rápidamente de una a otra. Y esto siempre se lleva por delante la concentración, fundamental para hacer bien un trabajo.
Por muy atractivo que pueda parecer en términos de productividad, hacer varias cosas a la vez lo único que se consigue es aumentar tu estrés y dejar muchas cosas a medio acabar. Una vez empiezas una tarea termínala en el tiempo que has establecido para ella. Márcala con un check verde a modo de recompensa para liberarla de tu mente.
5. No priorizar
Durante la planificación de una jornada es importante decidir qué cosas hacer antes o después en función de diferentes factores. Por ejemplo, si dan paso a otras tareas que no pueden empezar sin que se terminen las primeras. O aquellas que requieren de un plazo corto de tiempo.
Una herramienta útil es el binomio urgente – importante para establecer prioridades.
- Aquellas cosas que son urgentes e importantes se abordan primero.
- Las que son importantes pero no urgentes, se calendarizan para dedicarles el tiempo necesario que lleva meditarlas para evitar errores.
- Las urgentes pero no importantes pueden derivarse o delegarse.
- Si no son ni urgentes ni importantes, asígnales un momento al final del día cuando esté finalizado lo que es urgente o hazlas en algún tiempo muerto de la jornada.
6. No descansar
Esta parte es fundamental. Sin hacer descansos no se pueden mantener los niveles de concentración adecuados para trabajar. A medio plazo puede derivar en problemas de estrés. Descansar es una tarea importante, por lo que hay que asignarle un tiempo en la programación del día. En esos minutos estírate, pasea, bebe agua o saca al perro.
Evitar errores en productividad aportará el necesario equilibrio con las demás facetas de tu vida.
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