Hay momentos en la vida en los que más vale aplicar un poco de buena comunicación que dejarse llevar por el primer impulso. Hablar con tu jefe para decirle que no vas a realizar ese trabajo que acaba de añadir a tu lista de tareas es mucho mejor que agredirle con la grapadora, te lo aseguramos. Por eso hemos preparado cinco frases que puedes probar a utilizar antes de que termine tocándote cambiar de empleo.

¿Te importa que llame a mi pareja para decirle que me acabo de mudar a la oficina, que no me espere despierta ya nunca más?

Esta frase quizá te la puedes decir interiormente, pero no la uses con un superior que no esté para bromas. Poner un límite entre el área personal y la profesional no es fácil. Sin embargo, hay que hacerlo si uno quiere mantener la vida más allá del trabajo. En lugar de dar una mala contestación cuando no es el momento, es preferible comunicarse antes de que se vaya a invadir tu tiempo. Si planteas la cuestión de una manera calmada cuando veas una ocasión propicia, estarás empezando a construir un límite que será cada vez más complicado traspasar. Muéstrate disponible y activo en horario de trabajo, no dejes que el tiempo personal lo invada tampoco. Este podría ser un contraargumento a tus límites.

Si te parece, salgo un momentito para poder gritar a gusto de desesperación, no te asustes

El estrés laboral es un mal que afecta tanto al bienestar del trabajador como al desempeño de sus tareas. Cuando un jefe no muestra empatía por esta situación, es necesario exponerlo de una manera clara. El estrés puntual es asumible; sin embargo, el estrés continuado es la causa o el agravante de un buen puñado de enfermedades. Hacer ver esta realidad cuesta, sobre todo porque tu jefe está metido en la inmediatez del trabajo. Una conversación en un momento adecuado puede ser la base sobre la que ir recordando que no eres una máquina, y que incluso las máquinas se estropean si las fuerzas. También resulta muy efectivo irle poniendo al día sobre el estado de tus tareas, puede que simplemente no sea consciente de tu sobrecarga.

sobrecarga de trabajo

Espera, voy a llamar a quince amigos para que me echen una mano con este trabajito…

Cuando el motivo es que la tarea es inasumible, lo mejor es llevar en la manga un plan B. Probablemente lo que más le importe a tu superior es que el trabajo se lleve a cabo, que se cumplan los objetivos que también a él le exigen. Hacerle entender que lo que te acaba de indicar no lo puede llevar a cabo una sola persona es uno de los pasos. El otro puede ser llevarle una propuesta de cómo hacerlo en colaboración con otras personas o bien una planificación distinta. Si tienes la suficiente mano izquierda como para hacerle creer que la idea ha sido suya, puedes anotarte un punto en tus notas de comunicación eficiente.

Y cuando termine, me iré a casa, veré Bambi mientras como un litro de helado y lloraré toda la noche

Hay tareas tediosas que te resulta insoportable hacer. Una cosa es que no te guste tu trabajo y otra es que te asignen una y otra vez cometidos repetitivos y completamente faltos de motivación. Se detecta rápidamente porque son el tipo de labores que nadie quiere hacer. En esta ocasión, tus dotes comunicativas pueden orientarse a que no te toque hacerlo siempre a ti y que estás capacitado para encargarte de otras tareas. Es preferible que vayas con una solución pensada, no consiste en decir «necesito más motivación» sin más. Piensa qué otras responsabilidades ha llegado el momento de asumir y elabora los argumentos que fundamenten tu postura. Puede que no alcances el 100% de lo que solicitas, pero seguramente conseguirás mejorar al situación.

Pero ¿tiene consecuencias legales?

Dependiendo de lo que te esté pidiendo que hagas tu superior, esta frase puede ser una broma o no tener ninguna gracia. Hay ocasiones en las que se exige que uno se extralimite en sus funciones. Esto puede ir desde una sobrecarga de responsabilidad por la que no estamos recibiendo una compensación económica hasta, efectivamente, tener consecuencias legales o suponer incluso un agravio para la integridad de la salud. Es un motivo de peso por el que manifestar desacuerdo y dejar claro que no se va a llevar a cabo esta clase de funciones salvo que se cambien determinadas condiciones (por ejemplo, un reconocimiento en la categoría o en la retribución o establecer ciertas medidas de seguridad).