Durante el mes de marzo el paro registrado se incrementó en un 9,31% respecto a febrero. Y un 9,01% respecto a marzo del año pasado. Esta cifra solo ha sido parte del demoledor efecto sobre el empleo que ha provocado la crisis sanitaria del coronavirus. Es previsible que en la próxima recogida de este dato ya se pueda ver con claridad el impacto sobre el mercado laboral. El desempleo ha sacudido a una parte importante de la población. Pero ¿qué ocurre con los que todavía conservan su puesto?, ¿tienen riesgo de sufrir el llamado síndrome del superviviente laboral?
Los riegos del síndrome del superviviente laboral
Las plantillas se han visto intensamente reducidas estos días. Pese a no haber perdido el puesto de trabajo, los que quedan en las empresas se enfrentan a un ambiente enrarecido que provoca sensaciones similares a las que experimentan los supervivientes de una tragedia. De hecho, así se denomina el mal que llegan a sufrir quienes sobreviven a despidos y otras reestructuraciones de la plantilla sea temporal o definitivamente.
El síndrome del superviviente laboral es como trabajar con una espada de Damocles sobre tu cabeza, afrontar la jornada con el temor de si tú serás el próximo. Los expertos en organizaciones describen sus síntomas como ansiedad ante la incertidumbre sobre su futuro, falta de confianza en la empresa una vez pasado el shock inicial, y un aumento del estrés causado por el incremento en el volumen de trabajo ya que deben asumirse de manera repentina las tareas que antes realizaban los trabajadores despedidos. Y, en general, una baja moral que puede dar al traste con la empresa, si no se consigue atajar a tiempo.
Algunos estudios advierten de que el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con el corazón se multiplica por cinco cuando se trabaja bajo estas circunstancias.
El síndrome del superviviente laboral podría englobarse dentro de los riesgos psicosociales asociados al trabajo que desencadenan una gestión deficiente de los cambios organizativos y la inseguridad en el empleo.
Estrés por ineficacia ante las nuevas tareas
Pero también dentro de los riesgos con consecuencias sobre el bienestar físico. El estado de ánimo y la desmotivación puede provocar una bajada de la atención, y aumentar la probabilidad de accidentes laborales o malas prácticas que empeoren los trastornos musculoesqueléticos.
El estrés laboral aparece cuando “sentimos que se produce un desequilibrio entre las exigencias o presiones depositadas en nosotros y los recursos de los que disponemos para afrontar dichas exigencias”, según se define en la Guía Electrónica para la gestión del estrés y de los riesgos psicosociales, elaborada por la Agencia Europea para la Salud y La Seguridad en el Trabajo.
Pueden surgir también sentimientos de incompetencia y falta de eficacia ante las nuevas tareas que hay que desempeñar debido a la escasez de plantilla.
En estos días, a este estrés derivado del aumento de la intensidad en la carga de trabajo puede añadirse la ergofobia, el miedo al trabajo, motivado por la sensación de riesgo de contagio. Garantizar la seguridad y salud en el trabajo con protocolos basados en las recomendaciones del Ministerio de Trabajo o de los organismos internacionales como la OMS contribuirá además a mejorar el ambiente laboral.
Cómo superarlo desde las organizaciones
Las empresas que quieran minimizar el impacto que la salida de un gran número de empleados producirá sobre la plantilla deben hace grandes esfuerzos en mantener y favorecer un buen clima laboral. La productividad puede verse también afectada en la medida que aparece la desmotivación.
La comunicación es algo que debe cuidarse especialmente. Ser transparente sobre el proceso de reestructuración de plantilla evitará que los rumores se extiendan y generen un clima de desconfianza. Informar adecuadamente sobre el momento que está viviendo la empresa reducirá el estrés en las personas que siguen trabajando.
Otra de las recomendaciones es hacer que los empleados participen en mayor medida en determinadas decisiones. Esto ayudarán a ser más eficaces en cuanto a protocolos y procedimientos. Es importante sentirse involucrado en la solución para reconectar con el sentimiento de pertenencia y alejar la desafección que puede provocar estas situaciones de crisis.