De pronto, dejas de recibir tareas al mismo ritmo que te llegaban. No se cuenta contigo para cuestiones en las que antes eras referente y ves que otras personas asumen responsabilidades que hace unos días tenías tú asignadas. Sientes el aislamiento de aquellos que, cómo practicaban los antiguos griegos, eran apartados de la polis. Dicho a su modo, expulsados al ostracismo laboral. ¿Qué está pasando?
Analizar con calma las posibles causas
Dejando a un lado que puede tratarse solamente de una percepción subjetiva, y tenga que ver más con la propia autoestima que con lo que realmente ocurre, hay que tener la suficiente calma para no entrar en pánico y observar atentamente dónde puede estar la causa y cómo puede solventarse.
Se puede analizar si las razones por las que te sientes víctima de ostracismo laboral son debidas a circunstancias ajenas a ti y sobre las que se tiene poca capacidad de acción, por ejemplo, la llegada de un nuevo jefe con su equipo. O si es algo que está en tú mano poder cambiar. Hay que valorar también si les ocurre lo mismo a otras personas en tu empresa, para poder reflexionar sobre los motivos y actuar sobre ello en colectivo.
Reducir la jornada puede ser motivo de ostracismo laboral
Es habitual en las empresas que quienes bajan en su grado de compromiso lo paguen caro. Por ejemplo, si reduces la jornada. En una cultura empresarial donde el presentismo todavía se premia, salir a tu hora, y aún más, si haces menos horas que los demás, se puede entender como una falta de compromiso. Esto derivar en ninguneo y, como desenlace, un castigo a la reputación profesional.
Diferencia, además, si se trata de una cuestión estructural. Es decir, la sociedad está configurada de este modo, y aunque por descontado que puede cambiarse (de hecho, estamos asistiendo a un gran cambio en cuanto a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres), en el presente el peso de la crianza todavía recae sobre las mujeres. Esto provoca que pierdan notabilidad en sus puestos de trabajo cuando tienen que asumir otra gran tarea fuera de la empresa. Una buena política de igualdad en las compañías tendrían en cuenta esta situación y tratarían de atajarla flexibilizando horarios y estableciendo planes de carrera que no penalizaran a determinados trabajadores por sus circunstancias personales.
La falta de actualización de conocimientos puede tener como consecuencia el ostracismo
Un clásico en el ostracismo se produce cuando se tienen muchas dificultades para seguir formándose. Si te ocupas en mayor medida del cuidado de tus hijos puede que no tengas tiempo de invertir en la adquisición de conocimientos. Eso hace que pierdas comba profesionalmente.
También se producen situaciones de ostracismo laboral cuando los profesionales van cumpliendo años. La llegada de personal joven, con una mirada renovada y conocimientos imprescindibles para el cambio digital en la empresa, puede ocasionar que se te aparte del núcleo. Es bastante habitual que se relegue a los profesionales de más edad cuando van pasando los años. Una buena gestión de recursos humanos pasaría por integrar los conocimientos y experiencia del personal de más edad, poniéndolos en valor, junto a la parte de la plantilla más joven que llega con nuevas ideas y capacidades.
Cuando no se puede dar más de sí
Pero puede ocurrir que se esté pasando por una mala racha y la productividad haya caído en picado. En este caso, es la pescadilla que se muerde la cola. El bajo nivel de desempeño lleva aparejado que se asignen menos tareas porque no se llega a tiempo o no se goza de la misma confianza sobre la calidad del trabajo que se ejerce. Se puede poner en claro con una persona de confianza dentro del equipo de dirección o el departamento de recursos humanos con el compromiso de ir recuperando el tono. Toca tomar una decisión antes de que lo hagan por ti.
Hay situaciones de aislamiento que se afrontan asumiendo pérdidas a nivel individual. Por ejemplo, rebajando el nivel de pretensiones para posponerlas porque las circunstancias personales en ese momento no permiten mantener el grado de compromiso. Como también hay quienes llevan su productividad a cotas superiores al resto de la plantilla, arriesgándose a burn out (trabajador quemado), para que no le pase factura una jornada reducida. Muchas personas hacen esto en sus trabajos como forma de supervivencia laboral. También hay quien asume hacer un gran esfuerzo y sacrifica parte de su tiempo de descanso y ocio formándose.
Las causas también pueden caer del lado de las emociones con los celos profesionales o debido a que se haya tenido una relación sentimental con un mal desenlace con alguien con responsabilidad y te estén haciendo pagar por ello. En este caso toca templar nervios y llevar una buena gestión emocional hasta que pase. Si se perpetuara en el tiempo ponerlo en conocimiento de la dirección o, en último caso, denunciarlo.