La gran diferencia entre montar una empresa en Estados Unidos y hacerlo en España es la agilidad de los trámites y la cultura del «hay que intentarlo». No se necesita cumplir tantos requisitos y el fracaso no está castigado. Te contamos tres cosas que un emprendedor no podría hacer en España y en Estados Unidos sí.
Las restricciones a los emprendedores en España pretenden proteger, entre otros, a empleados, clientes y proveedores. Sin embargo, algunas de estas restricciones afectan solo a quien inicia un negocio y no a los empresarios que lo han consolidado y que pueden acogerse a otras formas jurídicas con condiciones más ventajosas.
Los obstáculos y barreras que han de superar las start ups en sus inicios acaban con muchas propuestas antes de que hayan tenido tiempo de consolidarse. No es así en Estados Unidos, donde las nuevas iniciativas tienen derecho a fracasar. La larga trayectoria de este país en la promoción de la creación de nuevas empresas ha generado una dinámica en la que está bien visto intentar montar un negocio. Las dificultades que hay que salvar al principio son mucho menores y, por tanto, el porcentaje de éxito, mucho mayor.
Montar un negocio sin capital inicial
En España hay que aportar un capital mínimo inicial para constituir una sociedad limitada. En Estados Unidos, sin embargo, no se requiere un capital inicial para montar un negocio en ninguna de las formas jurídicas destinadas a empresas.
Hay que tener en cuenta que reservar un capital puede ayudar a que un negocio no se desplome en cuanto, por ejemplo, le falte liquidez. Muchos expertos indican que es una práctica fiscalmente aconsejable incluso aunque no lo demandara la ley.
¿Empezar en un garaje como Apple o Microsoft? En España no se podría
Esta es otra de las ventajas que algunos señalan a la hora de iniciar un negocio en Estados Unidos frente a hacerlo en España u otros países europeos. La normativa en nuestro país exige que los establecimientos donde se ubique una empresa cumplan con determinadas condiciones y permisos. En Estados Unidos, la normativa es mucho más flexible y permite montar una empresa, no solo en un garaje, sino incluso sin disponer de un establecimiento físico.
La bancarrota no te persigue de por vida
En España un emprendedor es el responsable legal de que su iniciativa fracase. Si sus deudas lo obligan a cerrar, tendrá que responsabilizarse personalmente de esa deuda a pesar de que no haya hecho nada ilegal. Esta situación no sucede si la empresa está a nombre de un administrador, una práctica jurídica habitual en empresas consolidadas. La deuda la contrae la empresa, no el administrador.
En Estados Unidos el emprendedor está en el mismo estatus que el administrador de una empresa: las deudas las acumula la empresa, no él como persona física. No tendrá que hacerse cargo con su hacienda personal de las deudas.
En España, este gran riesgo hace que muchos emprendedores no apuesten por su iniciativa, que puede fracasar por muy variados motivos, muchas veces no relacionados directamente con su gestión.