Establecer límites es fundamental para nuestro bienestar, crecimiento y para estar enfocados. No hacerlo, por el contrario, puede sumirnos en un caos emocional que no se sepa controlar y que acabe con las fuerzas vitales. O compensar ese malestar con comportamientos evasivos que deterioren la salud tanto mental como física. Establecer límites saludables es importante en todas las facetas de la vida, pero en el ámbito laboral es crucial, ya que pasamos gran parte del día trabajando.

Los tres tipos de límites que necesitamos establecer

Se considera que existen hasta tres tipos de límites que necesitamos fijar en nuestra interacción con las demás personas.

  • Los límites físicos, como, por ejemplo, la distancia personal.
  • Los mentales, con los que nos ayudamos a estar concentrados en una tarea y alejados de otras distracciones.
  • los límites emocionales. Estos últimos son los que más cuesta gestionar, ya que lo emocional no es algo a lo que demos importancia en general, y menos en un ambiente de trabajo.

¿Cómo establecer límites saludables en el trabajo?

El primer paso para hacer una gestión eficaz de nuestros límites es…conocerlos. Cuando ignoramos dónde están y son traspasados nos sentimos mal. Normalmente aparece la ira, la culpa o resentimiento. Así que, hacer una reflexión a través de estos sentimientos que nos guían será un excelente punto de partida.

Una vez localizados, tenemos que aprender a comunicarlos de una manera clara y comprensible para las otras personas.  Aunque es fundamental fijarlos, hay que tener en cuenta el margen que damos de flexibilidad, entendiendo que se trata de un proceso de negociación en el que otros elementos entran en el juego de las interacciones. Como, por ejemplo, los objetivos comunes, tiempos de realización, límites de las otras personas.

Por eso, lo mejor es analizarlos con calma y con anterioridad, para poder elaborar estrategias antes de que se produzca un previsible rebasamiento. También es útil imaginar situaciones donde se sobrepasan y darles una solución mental. Por ejemplo, una forma de exponer claramente los límites es partiendo desde el “yo…siento, pienso, creo…” y evitando acusaciones.

Empleados acordando unos límites

Esta parte de la comunicación es fundamental para que no surjan interpretaciones o malos entendidos. En este sentido, se dan habitualmente tres consejos:

  • No recurrir a las disculpas por lo que se va a plantear, ya que emborronan la claridad del mensaje o, algo muy común, minimizar su importancia. Tampoco exagerándola, pero sí dándole la que tiene: que son el respeto a tus sentimientos y pensamientos.
  • Aclarar las expectativas. Saber qué se espera de ti, y tener esa conversación en la que pides el feedback sobre tus funciones, el nivel exigido, los plazos y reportes. Sin dejar lugar a que se forjen ideas no consensuadas o entendidas sobre lo que se espera de ti, que posteriormente suponga un problema sobre la asunción de tus responsabilidades.
  • Poner manos a la obra e incorporar acciones y comunicarlas, como: “no se responden correos, a no ser que sean urgentes, fuera del horario laboral (o de determinada hora)”. Esto forma parte de los derechos a la desconexión que surgen debido a la posibilidad de conexión 24/07 a la que telecomunicaciones nos acostumbran. Otro límite, en este caso de tipo físico, puede ser tender la mano para saludar en vez de dar dos besos. Otro gesto que ayuda a establecer límites es ponerse unos auriculares cuando se está en un momento que requiere de toda la concentración, haciendo visible que no se puede interrumpir.

Los límites existen y no protegerlos no harán que desaparezcan

Previsiblemente habrá reacciones al establecimiento de límites, el trabajo previo sobre el análisis de tus propios límites será decisivo en este punto. Tanto por parte de personas acostumbradas a saltárselos, como de quienes necesitan una mayor claridad al respecto. En ambos casos habrá que manejarse con asertividad, para explicar mejor los límites y sus razones o encauzar un enfado. Tener claros los límites permitirá también aceptar las críticas constructivas y no tomarlas como ofensas. Esto contribuirá a un buen ambiente de trabajo y colaboración.

Los límites están, aunque no se sea consciente de ellos. Debemos tenerlos en cuenta, forman parte de nuestra personalidad. Si no los respetamos y protegemos nuestra salud mental y emocional, sobre todo, se verán deterioradas.