Desde hace ya bastante tiempo se ha impuesto socialmente que el trabajo que hacemos nos define. Al menos parcialmente. Es una de las preguntas que más se formula a los niños. Qué quieren ser de mayor, en qué quieren trabajar. La cuestión va más allá de la curiosidad por saber qué tipo de ocupación prefieren. En realidad, va dirigida a conocer cuál es su vocación. Ese componente que hace que el trabajo pierda sus connotaciones negativas y que nos impulsa a esforzarnos en él.

La vocación y el trabajo

La vocación profesional es la inclinación que cada persona tiene por el ejercicio de una actividad concreta. Entre todas las ocupaciones posibles, todos tenemos preferencia por unos trabajos sobre otros. Esto también es importante, porque lo más normal es que no tengamos una única vocación, sino varias. Y que estas cambien a lo largo de la vida. De acuerdo a las transformaciones que vivimos.

En cualquier caso, la vocación nos permite disfrutar del trabajo que hacemos. Nos posibilita estar motivados y nos ofrece un estímulo insuperable para afrontar las dificultades. Es el ingrediente fundamental para trabajar en lo que te gusta.

Todos estos factores no solo te ayudan a encontrar el trabajo que mejor se adapta a ti. También son muy apreciados por las empresas. Porque un trabajador vocacional está implicado en lo que hace.

Cómo descubrir tu vocación

Para saber cuál es el trabajo de tus sueños, como en muchas otras facetas de la vida, lo más importante es la introspección. La famosa máxima de «conócete a ti mismo». Algunas técnicas te ayudarán a descubrir cuál es la tuya, como si fuera el ikigai:

  • Atención: Todo aquello a lo que prestas un interés especial está relacionado con tus preferencias. Es en lo que más te concentras dejando de lado lo demás.
  • Similitud: Refiere a las semejanzas entre lo que te gusta hacer en tu vida personal y las tareas de un puesto. Por ejemplo, si te apasiona descubrir cómo están construidos los aparatos, tu vocación tiene que ver con la mecánica, la ingeniería o la investigación.
  • Independencia: Está relacionada con los factores anteriores. Se trata del empuje a saber más sobre lo que te atrae. De forma autónoma y sin estar obligado a ello.
  • Fatiga: Ocuparnos en lo que nos estimula e ilusiona hace descender el umbral de cansancio. Aquello a lo que puedes estar entregado durante horas.

La vocación y el trabajo

Cómo mantenerla

En ocasiones no es fácil mantener altos niveles de vocación que nos ayuden a desempeñar nuestras tareas de forma eficiente e ilusionados. No solo depende de nosotros. Hay factores que no podemos controlar. El ambiente en el trabajo, las condiciones laborales o el salario influyen en nuestras preferencias. En ocasiones podemos modificar estas condiciones, en otras, escapan a nuestro control.

En cualquier caso, puedes no perder tu vocación a pesar de que cambies de puesto. Para ello trata de encontrar sentido a lo que haces. Implícate también en hacerlo lo mejor que sepas. Y disfruta de los logros conseguidos, se deben a tu esfuerzo y está bien que lo reconozcas. No permitas que nada ni nadie empañe tus éxitos. Aprende también de tus errores. Esto te permitirá mejorar y no quedarte estancado.