Hoy es viernes y puedes relajar esa rectitud laboral que te caracteriza: reconoce que te has llegado a dormir en el trabajo. Todo el mundo ha pasado una mala noche (o varias). Al día siguiente no puedes estar al 100%, ¡pero tienes que aparentar que sí! Estos cuatro trucos son ideales para no dormirse en el trabajo.
Irse a dormir cuando toca y/o hacerse una revisión
Ya sabes que si no duermes lo necesario cuando toca, te vas a dormir en horas laborales. Es un hecho que tienes más que constatado. Esto es muy fácil decirlo, pero en ocasiones hay razones por las que no puedes cumplir con esta práctica. Por ejemplo, padeces insomnio. Lo más seguro es que lo hayas hecho ya, pero si no, acude a tu médico de cabecera para que te dé unas recomendaciones sobre higiene del sueño. Si tu caso es particularmente grave, es muy posible que te derive a una unidad del sueño donde podrán estudiar tus circunstancias.
Por otro lado, puede que no te duermas por la mañana no porque no hayas descansado por la noche, sino porque estés sin fuerzas por algún motivo médico. Quizá te falte algún mineral, vitamina, proteína… De nuevo, consultar con el facultativo te ayudará a atajar la situación.
¿Puedes echarte una pequeñísima siesta?
Si tienes oportunidad de ir a casa a medio día, aprovecha para echarte una minisiesta, de no más de 15 minutos. Si tú eres de esas personas de siesta de pijama y orinal, ahí tienes el motivo por el que no descansas adecuadamente por la noche y estás zombie a la mañana siguiente. Trata de acortar todo lo que puedas ese reposo.
Ahora bien, resulta que tú no puedes permitirte el gran lujo de dormir la siesta. Puedes intentar otra cosa, ¿tienes la posibilidad de dar un paseo? Mover las piernas y sentir el aire hará que salgas de tu aletargamiento. Puedes poner como excusa que tienes que realizar una llamada o que vas a comprar algo que necesitas. En cualquier caso, si tampoco esto te resulta posible, guarda los descansos reglamentarios que se estipulen por convenio para prevenir que te venza el sueño en el trabajo.
Ponte en la postura más incómoda
Combatir el sueño en el trabajo siempre supone un reto, pero hay ocasiones especialmente difíciles. Por ejemplo, cuando vas a una reunión y tienes que aguantar una charla. Si te sientas alrededor de una mesa, todos tus compañeros pueden verte. De hecho, quizá has tenido que escuchar en más de una ocasión una indirecta o un grupo de risitas que iban dirigidas claramente a ti. En esos casos un buen truco es colocarse en una postura verdaderamente incómoda. Por ejemplo, siéntate solo en la mitad de la silla para tener que estar pendiente de no romper tu equilibrio.
Tómate un estimulante
A ver, que no estamos recomendado pasar a las drogas duras, nos referimos a un simple café, un té o un refresco de cola. Una oncita de chocolate también vale. Todas estas sustancias no son el colmo de lo saludable, así que trata de tomarlas con mucha moderación. Este efecto estimulante puede convertirse en adictivo y que cada vez necesites más cantidad para despejarte. Aunque para mucha gente sí lo es, no tienen por qué ser un recurso para todos los días. Serán mucho más efectivos cuando tu cuerpo no esté intoxicado por estas sustancias.
Otros alimentos más saludables que puedes probar para despejarte son la avena, las manzanas, las pipas de girasol naturales o la papaya.