Una de las claves del éxito en el ámbito laboral tiene que ver con nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios, a los conflictos, los malos resultados o las situaciones sobrevenidas. La resiliencia en el trabajo, al igual que en las demás facetas de la vida, nos ayuda a seguir creciendo, a mejorar. En este artículo hablamos del valor que tiene ser resiliente en el mundo laboral y de cómo conseguirlo.
¿Qué supone tener resiliencia en el trabajo?
No debemos confundir el valor de la resiliencia, esa capacidad humana de sobreponernos a la adversidad a través del aprendizaje y el crecimiento personal, con el hecho de resistir sin más. Resistir es una actitud enormemente digna, encomiable, pero no significan lo mismo.
Un ser humano resiliente es aquel que, ante cualquier elemento adverso, dificultad o problemática planteada, encuentra siempre una posible vía de desarrollo y crecimiento. La persona resiliente no se adapta para sobrevivir, sino para intentar seguir desarrollándose, aunque las condiciones hayan cambiado.
En el ámbito laboral, el concepto opera de la misma forma. Y en este caso, la resiliencia en el trabajo tiene que ver con la flexibilidad, pero también con aspectos como la confianza, la comunicación, el aprendizaje o la responsabilidad.
Ante una situación de dificultad, las personas resilientes confían en sus posibilidades y en las de sus compañeros para superar ese complicado momento. Ante una situación adversa o de cambio, buscan de forma conjunta una dirección nueva y mejor.
Se comunican, expresan sus miedos, sus ideas y sus propuestas. Ante un revés o un momento de incertidumbre, quienes son resilientes se comprometen y ponen su conocimiento y su experiencia a disposición de los demás.
Se trata, en definitiva, de transformarse y adaptarse a los cambios. De saber encontrar aquello que no ha funcionado, lo que no encaja, y de actuar con inteligencia, audacia y responsabilidad para modificarlo.
Y para ello, debemos poner en juego todas nuestras capacidades y habilidades. También nuestras emociones, pues es muy importante la resiliencia emocional, o cómo gestionar correctamente nuestros sentimientos para que no sean un obstáculo en cualquier proceso de cambio.
Estrategias para potenciar la resiliencia en el ámbito laboral
A pesar de todo lo anterior, la realidad es mucho más compleja. Sabemos que poner en juego una actitud resiliente no es nada sencillo. En el trabajo y en nuestra vida personal, ocurren situaciones que pueden dañarnos y de las que no conseguimos sobreponernos.
Lo primero que deberíamos hacer es aceptar la realidad. Y, por supuesto, no culpabilizarnos. La resiliencia laboral también tiene que ver con el aprendizaje y, por tanto, aceptar un fracaso laboral o una situación problemática o no deseada nos ayudará a integrarlo y, a partir de ahí, poder avanzar.
En segundo lugar, es importante la comunicación. Las situaciones que nos generan estrés, dolor o miedo provocan muchas emociones diversas y es necesario poder canalizarlas. En este caso, deberíamos encontrar en los compañeros o en nuestro superior un apoyo para la reflexión y la búsqueda de soluciones.
A partir de ese momento quizás estemos en condiciones de avanzar. Utilizando nuestra imaginación, nuestra experiencia y las posibilidades que la empresa nos ofrece podremos rediseñar nuestra curva de valor, nuestra propuesta para adaptarnos a dicha situación y seguir creciendo en nuestro trabajo.
Por último, la resiliencia también depende mucho del estilo de liderazgo que se practica en la empresa. Si tienes un puesto de responsabilidad, has de tener en cuenta que esta capacidad puede beneficiar mucho tanto a la empresa para la que trabajas como a las personas que coordinas.