Como en tantos otros aspectos de la vida, en lo que respecta a la comunicación la virtud está en el término medio. A mitad de camino entre la pasividad y la agresividad encontramos, en efecto, la comunicación asertiva: la capacidad de defender los intereses y opiniones propios sin entrar en conflicto con los de los demás. O de expresarse con respeto y permitir a los otros hacer lo mismo.
Se trata de una de las skills más demandadas por los empleadores, porque está demostrado que permite establecer relaciones más sanas y sostenibles en el entorno laboral.
En anteriores ocasiones explicamos qué es y para qué sirve la comunicación asertiva y cómo puede ayudarte a conseguir tus objetivos laborales. En esta ocasión, te damos las claves de la comunicación asertiva y técnicas para que puedas desarrollarla. Y es que, para algunas personas, defender la propia opinión y poner límites en el trabajo puede resultar incómodo y difícil.
Tipos de comunicación poco recomendables en el ámbito laboral
Además de la comunicación asertiva, existen otros tipos de comunicación, todos ellos poco recomendables en el ámbito laboral:
- La comunicación pasiva, en la que predominan la mansedumbre y la evasión;
- la agresiva, caracterizada por la osadía y el descaro;
- la pasivo-agresiva, que es ambigua y muy a menudo recurre al sarcasmo;
- la manipuladora, que recurre a la astucia e incluso al engaño.
Frente a todos estos estilos, la comunicación asertiva es, por un lado, directa y franca, y, por otro, mesurada y con tacto, lo que muestra una amplia inteligencia emocional. ¿Cuáles son, en concreto, las claves que caracterizan la comunicación asertiva?
- Ser franco con uno mismo y con lo demás. Ocultar lo que sentimos nos perjudica a largo plazo. La comunicación asertiva exige admitir lo que sentimos, identificar lo que pensamos y comunicarlo a quienes deben saberlo.
- Escucha activa. Además de expresar nuestra opinión, hay que dejar que los demás lo hagan. La mayoría de malentendidos surgen de ignorar las peticiones o sugerencias que la otra persona solicita.
- Control, cortesía y tacto. Pero no se trata de dejar salir cuanto nos pasa por la cabeza, hablar «sin filtro» ni a costa de los sentimientos de los demás. Comunicarse con asertividad significa no ser innecesariamente ofensivo, empatizar y aceptar que hay otros puntos de vista. En aras de lograr una comunicación asertiva, lo más importante es, quizá, mantener las emociones bajo control durante una conversación delicada.
5 técnicas para desarrollar la comunicación asertiva
- Rechazo sutil. Si te cuesta decir “no” a una petición de los demás, prueba la técnica del rechazo sutil. Se trata de resaltar lo positivo de la petición para, a continuación, hacer entender a la persona que por el momento no estás en situación de ayudarle.
- Cambio ajeno. Es la técnica que una persona asertiva pone en práctica cuando quiere que una persona cambie o mejore cierto comportamiento. Ante todo, es importante centrarse en la situación o en el comportamiento concreto: la conversación será más productiva si se ataca a la persona o a sus cualidades. Esta técnica tiene tres pasos: asumir el problema existente, identificar qué comportamiento te gustaría cambiar y, por último, pedirlo de forma explícita y clara.
- Acuerdo asertivo. Esta técnica consiste en reconocer que has fallado en algo cuando se te hace una crítica. Con esta técnica reconocemos un error puntual, a la vez que informamos que no se repetirá («No he tenido presente el deadline, pero ten por seguro que no volverá a pasar»). Puede ser útil cuando tratamos con alguien que no expresa sus críticas de la mejor manera posible; por ejemplo, alguien que generaliza un comportamiento no habitual («¿Por qué nunca tienes presente el deadline?»; respuesta: «Tienes razón al decir que se me ha pasado el deadline, se debió a que… Ten presente que en otras ocasiones siempre le doy prioridad a cumplir nuestros compromisos respecto a los plazos»).
- Banco de niebla. Una de las técnicas de comunicación asertiva más famosa consiste en darle la razón al interlocutor, pero solo de forma parcial. Persigue “desarmar” al interlocutor (un banco de niebla es intangible y puede causar desorientación), para que la decisión última (el juicio, la decisión de actuar, etc.) siga en nuestra mano.
- Aplazamiento. Consiste en aplazar la respuesta a un comentario, una sugerencia o una crítica. Es útil cuando quieres posponer la solución por algún motivo (porque no tienes una respuesta adecuada o necesitas tiempo para formularla, cuando crees conveniente que se calmen los ánimos). Pronunciadas con serenidad, frases como «Mejor lo hablamos cuando estemos más calmados» o «Ambos estamos cansados y ahora no vale la pena discutir por ello», sirven para terminar una discusión tensa y evitar que se convierta en una bola de nieve que desencadena más tensiones y conflictos.
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