Los españoles somos más proclives a perder el tiempo en el trabajo. Esta podría ser la conclusión que se extrae de ciertos estudios recientes sobre el funcionamiento del mundo laboral. Y en verdad, con una media de 36 horas semanales, España es uno de los países de la Unión Europea donde más tiempo se dedica a trabajar. Sin embargo, el nuestro es uno de los menos productivos. ¿Por qué nos ocurre esto?

Perder el tiempo en detectar dónde perdemos el tiempo

La desorganización, el cansancio o el estrés son algunos de esos famosos ladrones del tiempo de los que ya hemos oído hablar. Esos aspectos, propios o externos, que provocan enormes destrozos en nuestra agenda diaria. Esos que, a su vez, merman la productividad y la cuenta de resultados en las empresas. Pero existen muchos más, como la procrastinación laboral, el multitasking o una deficiente comunicación interna. Y en función de sus características y las de su entorno, a cada empresa y a cada empleado le acechan los suyos propios.

Por esta razón, lo primero que debemos hacer es, precisamente, perder el tiempo en detectar a nuestros propios (e indeseables) ladrones. Debemos preguntarnos en qué situaciones concretas no estamos gestionando bien el tiempo. Es una tarea que le corresponde a la dirección de la empresa, pero en la que tiene mucho que decir cada trabajador afectado.

Pero, ¿Y qué está pasando tras la pandemia?

Empleado perdiendo el tiempo durante su jornada laboral

La pandemia también nos ha hecho perder el tiempo

Para bien o para mal, la llegada de la Covid-19 modificó sustancialmente nuestra forma de vida. Nuestras rutinas, nuestros hábitos y también nuestras relaciones laborales han tenido que adaptarse a numerosos cambios. Sin embargo, en muchas ocasiones la nueva realidad postpandémica está facilitando aún más las fugas de tiempo en el ámbito laboral.

¿En qué sentido? Paradójicamente, con la implantación del teletrabajo.

El teletrabajo es el gran cambio organizativo que implantó la pandemia en la mayoría de empresas. Una auténtica revolución en la esfera comunicativa y un modelo que, a priori, favorecería la conciliación familiar de los trabajadores. Desde hace más de dos años, cientos de miles de personas han comenzado a realizar jornadas completas de trabajo desde casa. Además, muchísimas reuniones se planifican y desarrollan diariamente utilizando aplicaciones digitales que eran casi desconocidas hace muy poco.

Sin embargo, esta ruptura espacio-temporal en la empresa ha traído no pocos inconvenientes para muchos trabajadores, que han visto cómo el teletrabajo se convertía en un nuevo aliado de los ladrones del tiempo. Veamos algunas posibles causas:

  • Fallos de conexión o errores informáticos: lo que provoca innumerables interferencias en las agendas de trabajo.
  • Aumento exponencial del número de reuniones diarias por videoconferencia: generando una reducción considerable del tiempo efectivo de trabajo.
  • Aparición de reuniones intrascendentes: al hacer un mal uso de las posibilidades reales de estas aplicaciones.
  • Aumento de las distracciones, la procrastinación, la desorganización o las interrupciones: generadas, en muchos casos, por la búsqueda razonable de un dificilísimo equilibrio familia-trabajo.

Queda, como vemos, camino por recorrer. En nuestras manos está conseguir que esta nueva realidad favorezca y aumente, de una vez por todas, los niveles de productividad de las empresas y nada ni nadie nos robe nunca más el tiempo.