El Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo, se pondrá de manifiesto un año más, que las mujeres todavía tienen un largo camino que recorrer en el logro por la igualdad de sus derechos. En todos los ámbitos, en toda la geografía y en todas las edades. En lo que concierne al mercado laboral, hemos hablado en muchas ocasiones de las consecuencias que conlleva la desigualdad entre trabajadoras y trabajadores: brecha salarial, techo de cristal, mayor porcentaje de jornadas parciales, más temporalidad, más trabajo no remunerado… Una de las expresiones de esta desigualdad puede verse en el sesgo de género que sufren  las profesiones. Hay actividades donde la presencia femenina es mucho mayor y otras donde las mujeres apenas existen.

Empleo por sexos

Que no haya suficientes trajes espaciales en el mundo para dos mujeres astronautas (motivo por lo que se retrasó recientemente una caminata por la Estación Espacial Internacional) puede ser un buen ejemplo de lo que hablamos. Ya en la Tierra, en concreto en España, se ve más de cerca, aunque quizás con mayor dificultad sobre su significado, cómo se distribuyen según el sexo las profesiones.

El 98% de las personas que se dedican al empleo doméstico, el 94% de quienes se ocupan de cuidar a otras personas, el 85% de los trabajadores de los cuidados en los servicios de salud son mujeres. El 71% de los profesionales de la salud son mujeres y el 69% del profesorado no universitario también lo es, según los datos recogidos en el Informe Anual de Empleo en las Pymes 2018 elaborado por Randstad en colaboración con CEPYME. Los cuidados que realizan mayoritariamente las mujeres son una labor imprescindible para la sociedad, pero que al no gozar del suficiente prestigio, no está justamente remunerado.

En cambio, donde los salarios son más sustanciosos ellas participan en menor medida. Las mujeres solo son el 25% entre los profesionales de las ciencias, ingenierías y las TIC, profesiones con altas remuneraciones. Representan el 29% de las funciones de dirección y gerencia. Es el famoso techo de cristal. Obtienen mejores resultados académicos, pero el desarrollo de la carrera profesional es un camino lleno de obstáculos para ellas.

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Profesiones con menor presencia femenina

Hay otras profesiones que tienen menor prestigio, aunque son fundamentales, en las que tampoco se encuentran muchas mujeres. Profesiones como las relacionadas con la recogida de residuos urbanos y otras ocupaciones elementales (27%) o conductoras de vehículos para el transporte urbano o de carretera (4%).

Las mujeres representan solamente el 1% de los trabajadores de obras estructurales de construcción, especializadas en electricidad o mecánicas y ajustadoras de máquinas.

La paridad (51%), el mismo número de mujeres que de hombres se encuentra en profesiones como empleados en servicios contables y financieros o entre los cocineros profesionales, propietarios de negocios de restauración o asalariados de esos negocios.

El trabajo no remunerado que realizan las mujeres

Además, se podría hablar de todo el trabajo no pagado que realizan las mujeres. Existe una profesión no remunerada que antiguamente se conocía como sus labores. Donde ellas dedican 17 horas semanales al cuidado de los niños, los hombres dedican 11. A las tareas domésticas las mujeres emplean 13 horas semanales, ellos 5. Al cuidado de adultos ellas emplean 6 horas de su tiempo y los hombres 5 (datos de la Comisión Europea en su informe “Equal Pay? Time to close the gap”).

Esta desigualdad no solo tiene reflejo en el día a día y en la precariedad con la que viven muchas mujeres. También tiene consecuencias con el paso del tiempo. Es la inequidad que se produce en las pensiones, donde la brecha se ensancha más. Toda una vida dedicada a trabajos peor remunerados, o directamente no pagados, conlleva que las pensiones de las mujeres sean de media un 35% más bajas que las de los hombres.

La brecha de género se produce en todos los sectores de la economía. Como resultado las mujeres cobran en España un 15,1% menos que sus compañeros hombres. Esta desigualdad, lejos de estar motivado por hechos circunstanciales o escenarios concretos se trata de un problema estructural que convendría afrontar de una manera definitiva.