El reconocimiento del trabajo bien hecho es una práctica que debería estar normalizada en las empresas. Pero no siempre se produce y en ocasiones provoca situaciones que se viven como injustas. A veces se invierte en esfuerzo, motivación, creatividad y ambición para dar el próximo paso profesional y parece que el ascenso está al caer. Pero no sucede. O promocionan al compañero de al lado.
La capacidad de hacer un análisis lo más objetivo posible es el reto que se plantea ante situaciones donde no se es el elegido para que no invada la desmotivación o aparezcan los celos y envidias profesionales.
Inteligencia emocional para afrontar reveses
En el caso de que se produzca el ascenso de un compañero cuando también se aspira a ello es oportuno adoptar una actitud positiva y saludable.
- Hacer un análisis de las propias fortalezas y debilidades y saber si los conocimientos, habilidades y destrezas coinciden con las competencias para el puesto. A veces se percibe un buen o excelente desempeño del propio trabajo pero hay carencias de las que no se es consciente. Puede ser que todavía no se haya alcanzado un buen desarrollo de las aptitudes que se exigen para el puesto. Tantear con un responsable dónde están las oportunidades de mejora o directamente qué puntos se plantean como problemáticos puede ser una buena baza que jugar de cara a un futuro ascenso. Hay que evitar pedir explicaciones donde se cuestione la capacidad del compañero dejando entrever que la persona que lo ha decidido tiene mal criterio. El compañero puede que haya sabido negociar mejor el salario o se postuló en el momento adecuado.
- En ocasiones no se manifiesta abiertamente que se pretende acceder a un puesto de mayor relevancia. Otras personas son más comunicativas en ese sentido y se cuenta con ellas. Es el síndrome de la tiara donde se espera que los demás reconozcan la propia valía sin necesidad de autopromoción. Esta puede pasar desapercibida por lo que no está de más hacerse valer de una forma respetuosa con el propio trabajo y con el de los demás.
- Si se ha intentado de varias formar pero se encuentran reticencias injustificadas el problema tiene difícil solución y es poco recomendable seguir intentándolo en el mismo sitio. Si se cuenta con alguien de confianza en el trabajo es bueno pedir su opinión para asegurarse de que no se trata de una percepción equivocada o se esté magnificando la afrenta. Si los impedimentos para ascender son insalvables es momento para pensar en marcharse, no sin antes valorar pros y contras. Muchas veces el estilo de liderazgo que haya en la empresa, un responsable falto de carisma y condiciones para el puesto, pero que es en definitiva el que decide estas cuestiones, impide que se mejore laboralmente en un determinado sitio. No se tiene feeling con esta persona y se sabe que la posibilidad de desarrollo de carrera está condenada al estancamiento. Es momento de buscar la felicidad y el crecimiento en otro lugar.
Transparencia y gestión de las competencias
El tipo de cultura corporativa que reine en la organización creará el clima propicio en uno u otro sentido. Una empresa donde el sistema de ascensos, reconocimientos y retribuciones sea transparente facilitará la designación de nuevos puestos a los empleados de una forma justa. Por el contrario, una organización donde el sistema de elección de puestos obedezca a criterios puramente subjetivos y basados en las relaciones personales, más que en criterios profesionales, contribuirá a que aflore el mal ambiente. Y desmotivará ante la carrera profesional y el reemplazo de los puestos vacantes.
Un sistema de gestión de las competencias valora la diligencia de las personas, reconoce de una forma justa el esfuerzo que se realiza y facilita el desarrollo de una carrera profesional. Si toda la plantilla tiene clara de qué manera se puede optar a asumir mayores responsabilidades cada cual se aplicará para alcanzar los logros dependiendo de sus intereses.
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