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Oratoria, el arte de hablar con elocuencia

Oratoria, el arte de hablar con elocuencia

La oratoria es una disciplina que viene de antiguo. Los griegos ya se dieron cuenta de que alguien que se expresa con claridad, facilidad y sin temor ante un público tiene la capacidad de hacer que los que escuchan asientan con la cabeza, convencidos de sus palabras. Es el arte de motivar, influir, persuadir o simplemente entretener a un auditorio.

Claves para la seducción del público

Hay quien se coloca ante un número de personas y suelta su speech sin problema; no ha recibido instrucciones previas, no se ha preparado el discurso, le brota de manera natural. Para el resto de mortales, unas nociones de oratoria nos ayudarán si tenemos que enfrentarnos a una exposición o charla ante una audiencia. Sigue estos consejos:

Exprésate con claridad

Que no falle la sintaxis y que el vocabulario sea accesible. Adiós a las construcciones enrevesadas, lo idóneo es expresarse con sencillez y naturalidad. No hay que emplear palabras rebuscadas o expresiones técnicas, salvo que lo exija la ocasión. Da una imagen muy impostada y pretenciosa.

Haz menciones al público

En el discurso siempre hay ocasión para implicar al oyente. Cuando escuchamos una charla, tendemos a desconcentrarnos; sin embargo, cuando alguien nos habla directamente, prestamos más atención. Salpicar el discurso de vocativos ayuda a que se mantenga el interés.

Concisión: sé breve y habla con precisión

No hay que titubear ni andarse por las ramas. Las divagaciones e imprecisiones hacen que el público se pierda y deje de prestar atención. Hay que liberarse de las manías y muletillas que empleamos continuamente, como bueno, pues, ah, eh, um

Ve cambiando el tono

No hay nada más aburrido que alguien hablando en el mismo tono todo el rato. Hay que hacer variaciones sin caer en las disonancias: nunca gritar, pero tampoco hablar demasiado bajito. Hay que distinguir entre intensidad, que es la fuerza con la que se emite la voz, y timbre, que es el matiz personal de cada uno. Se pueden cultivar y refinar para enriquecer el tono perfecto.

Domina el espacio

Es conveniente enterarse de dónde se va a celebrar el discurso. Hay que prepararse antes porque del espacio depende la presentación, los ademanes que acompañarán a las palabras, el trato y el lenguaje que emplearemos e incluso la postura que mantendremos. No es recomendable dispersarse mucho por el espacio.

Prepara bien el discurso

Tiene que ser coherente. Las relaciones entre las ideas deben ser lógicas y sin contradicciones. También ayuda mucho que sea ameno. Por un lado, que transmita sentimiento, que el orador se emocione en cierto modo con lo que dice. Por otro, que se incluya algún toque de humor. El humor es un excelente vehículo de persuasión y permite improvisar salidas airosas en momentos de apuros. Si se añaden algunos comentarios con ironía, se consigue dinamizar aún más el discurso. Pero no hay que exagerar, hay que emplearla con mucha moderación.

Ten en cuenta que también es importante mejorar la expresión escrita para conseguir dominar la comunicación. Expresión oral y escrita van de la mano. Si perfeccionas su uso conseguirás transmitir las ideas que van asociadas tanto a tu trabajo como a tu forma de ver el mundo.

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