Una competencia personal que se reclama cada vez más en los perfiles profesionales es la resiliencia. Las personas resilientes tienen estrategias para mantener la salud mental en buenas condiciones. Son menos susceptibles de derrumbarse ante las hostilidades laborales y el estrés, dos factores que se encuentran en el origen de gran parte de las bajas por depresión.
Este es uno de los motivos por los que un trabajador resiliente es más productivo. Otra razón es su capacidad de reaccionar de una manera eficiente ante cambios e imprevistos. Sin embargo, la resiliencia no es una cuestión meramente personal. Si se quiere contar con una plantilla resiliente, hay que favorecer un ambiente de apoyo a los trabajadores.
Cómo se forja la resiliencia
El análisis sobre esta cualidad humana es relativamente reciente. La pionera en introducir el término fue Emmy Werner. Esta investigadora estudió durante treinta años a niños huérfanos que vivían en condiciones extremas de pobreza en Hawai. Muchos presentaban, como se esperaba, patologías físicas, psicológicas y sociales. Sin embargo, otros lograron desarrollarse de manera sana. A estos se les definió como resilientes.
La palabra resiliencia viene del latín resalire, es decir, ‘volver a saltar’. Alude también a la cualidad de los materiales que pueden recuperar su estado inicial después de haber sido sometidos a una deformación, en lugar de romperse. Esto constituye una metáfora de la persona que, pese a haberse desarrollado en un ambiente hostil, consigue salir airosa e incluso reforzada.
Así lo expuso Cyrulnik, neurólogo y psiquiatra que continuó los estudios de Werner y amplió el campo de estudio. La imagen que da título a una de sus obras más leídas es la de los patitos feos. Estos consiguen finalmente convertirse en cisnes, pero los traumas sufridos hacen que se genere una brecha en su personalidad que los obliga a estar continuamente metamorfoseándose.
Algunos autores señalan que el carácter resiliente es algo innato y otros afirman que está íntimamente relacionado con el entorno en el que se ha desarrollado la persona y los apoyos que ha tenido. En lo que parece que la mayoría están de acuerdo es en que la resiliencia se puede estudiar y enseñar.
Ser resiliente en el trabajo
Llevado al ámbito laboral, en el campo de la psicología de las organizaciones se destacan cualidades que se pueden trabajar para fomentar una actitud resiliente:
- Optimismo. La visión de un final exitoso anima a actuar para conseguirlo, en lugar de quedarse estancado por el desánimo.
- Autodeterminación. La fortaleza interna, el no sentirse inseguro, hace posible que se den los pasos necesarios para llevar a cabo una decisión.
- Autocontrol. Ante las circunstancias adversas, se mantiene un comportamiento moderado y no se pierden los estribos, lo que mejora la capacidad de resolver conflictos.
- Moralidad. Detrás de los valores morales se ocultan auténticas normas de convivencia. Saber convivir es fundamental para trabajar en equipo y desarrollar objetivos comunes.
- Excelencia. La capacidad de superación promueve una actitud de excelencia, donde siempre se está intentando mejorar sobre lo que se ha hecho.
- Creatividad. Es fundamental para muchos procesos. Por ejemplo, en la búsqueda de soluciones o en la transformación de situaciones que parecen inamovibles u objetivos inalcanzables.
Personas resilientes o ambientes de trabajo sanos
Entre los niños hawaianos a los que Werner dedicó sus estudios, los que eran resilientes presentaban una circunstancia común: todos habían recibido un apoyo incondicional, que los aceptaba tal como eran y confiaba en sus progresos. Este apoyo no venía necesariamente de un familiar.
Aldo Melillo, médico psicoanalista experto en resiliencia, señala la importancia de tejer esta cualidad de la persona con el entorno que la rodea. Según afirma, no hay que buscarla solo en su interioridad «porque anuda constantemente un proceso íntimo con el entorno social».
Esto pone en cuestión la búsqueda de candidatos resilientes. Aunque se consiga reclutar a una persona que reúna las características que mencionamos en el apartado anterior, es necesario que la empresa ponga también de su parte apoyando a los trabajadores y confiando en sus decisiones y progresos. Una persona no consigue ser resiliente si todo el ambiente que le rodea es dañino.