Teresa Viejo 

Teresa Viejo, periodista

No hay medio, tipo de programa o espacio en el que Teresa Viejo (Madrid, 1963) no se haya fogueado. Dotada del arrojo y la intuición necesarios para subirse a los trenes que le han pasado cerca, la periodista no se amilana ante los retos – ha sido la única mujer directora en la historia de ‘Interviú’- ni tampoco deja de explorar nuevas vías de trabajo. Tras escribir varios libros de autoayuda, el año pasado se estrenó como novelista con ‘La memoria del agua’ (Martínez Roca). Desde 2002 presenta «Tal como somos»  en Castilla-La Mancha Televisión.

¿Cuál fue su primer empleo remunerado?

Un contrato para poner música en la frecuencia modular de Radio Intercontinental, que entonces se llamaba Radio Vinilo. Yo no tenía ni idea. Recuerdo que, cuando me tenían que renovar el contrato, sentí una especie de vértigo; porque, francamente, no debía ser muy buena y aquel sueldo de 27.000 pesetas me parecía la repera. Acababa de terminar la carrera y, auque había hecho prácticas, nunca había cobrado un duro.

Aprendería mucho

Muchísimo. En primer lugar, aprendí de música, gracias a esta experiencia pude trabajar en un programa en la tele durante cuatro años, y también aprendí la magia de la radio. Recuerdo que había turnos de tres horas diarias y los más novatos no teníamos un horario fijo, éramos ‘correturnos’. Durante un tiempo yo hacía el más sacrificado, aunque también era el más agradecido y escuchado porque iba de siete a nueve de la mañana. Yo abría la emisora. Y esos minutos transcurridos desde que cogía las llaves, me metía en el habitáculo del sótano donde estábamos y encediamos todo hasta que decíamos «hola», eran mágicos.

El periodismo tiene fama de ser una profesión precaria. ¿Qué expectativas tenía usted al acabar la carrera?

La Universidad fue una escuela de humildad. De manera que las 27.000 pesetas de mi primer contrato me parecieron un mundo. Yo tenía clarísimo que a lo máximo que podía aspirar en este vida, y eso si tenía suerte, era a un contrato estable como redactora. Todo lo demás era un sueño imposible, lo que pasa es que la vida está llena de carambolas. Yo no contaba con trabajar en la televisión, pero llegó, y cuando entras en este círculo de la tele tienes posibilidades de seguir encadenando carambolas, como en una partida de billar. A mí me sudeció y, eso sí, las aproveché, y doy gracias al cielo por que las pusiera en mi camino.

Ha sido la única mujer en la historia de ‘Interviú’ que ha dirigido la revista. ¿Por qué cree que le confiaron esta tarea?

Porque me conocían bien el grupo (Grupo Zeta). Llevaba varios años publicando una página en ‘Interviú’, había publicado bastantes entrevistas en la revista ‘Man’… Sabían que tengo mucha mano izquierda, soy conciliadora y que nunca iba a buscar el enfrentamiento. Además, yo había publicado ‘Hombres, modo de empleo’ y el entonces director de la revista, y también de Información del grupo, entendió que tenía una sensiblidad especial para lo masculino, que no me movía entre los arquetipos del feminismo tradicional.

Después de esa experiencia, que ‘le quiten lo bailao’. Supongo que nunca lo olvidará.

Reconozco que aquello fue un máster en periodismo y en la vida, una experiencia magnífica que tenía que ser caduca. Lloré muchísimo en aquella despedida, fue una decisión difícil de tomar. Allí siguen mis amigos y sigo publicando. Dije adiós a ese trabajo porque tenía otra oportunidad y debía marcharme, pero he sido tan feliz en ‘Interviú’… Tan, tan feliz. Fue una experiencia deliciosa. De hecho, durante dos o tres meses compaginé el programa de Castilla-La Mancha Televisión, otro de Antena 3 -‘siete días, siete noches’- y la dirección de la revista. Perdí como tres o cuatro kilos. Pero no dejaba ‘Interviú’ por egoismo, sino por que me daba una pena terrible dejar alguna de las cosas que hacía, todo me gratificaba.

¿Ha abandonado muchos trabajos por otros?

Sí. He ido encadenando trabajos y he tenido la suerte de que, cuando uno se terminaba, empezaba otro. A veces, me ha tocado elegir, pero eso no quiero que me suceda nunca más. Sufro muchísimo. Que te hagan ofertas cuando ya tienes un trabajo, es doloroso, porque en la elección pierdes siempre.