La educación está sufriendo una auténtica revolución. Probablemente acuciada por los cambios que están experimentando las sociedades, donde los modelos tradicionales educativos ya no sirven para los ciudadanos del futuro.
Flipped classroom, la gamificación o los métodos de aprendizaje activo son técnicas que surgen gracias al cambio de eje sobre donde está el centro del proceso de aprendizaje. Las autoridades en la materia dejan de ser las protagonistas. El centro del aprendizaje es el propio alumno.
El método de la abuela
La curiosidad es el elemento clave para el aprendizaje. Es el motor básico que prende la llama del conocimiento. El investigador en educación Sugata Mitra lleva años experimentando y evaluando los resultados obtenidos a través de un método tan sencillo como revelador. Consiste en encastrar ordenadores en paredes de lugares poco desarrollados y carentes de contacto con la tecnología.
Los niños que viven cerca son sus sujetos de estudio. Deja solos a los niños, que todavía no saben manejar el ordenador ni entienden lo que está escrito porque está en inglés, frente a la instalación. Al cabo de dos meses han logrado descifrar gran parte del contenido del ordenador gracias al autoaprendizaje y a enseñarse los unos a los otros.
Pero los resultados mejoran de forma excepcional cuando hay alguien que “admira a los niños” alguien que incentiva sus logros maravillándose por ello. Como lo hacen las abuelas.
Aprendizaje invisible
“El aprendizaje ocurre cuando estamos haciendo otra cosa”, con esta afirmación Cristóbal Cobo, investigador y profesor en educacionales y nuevas tecnologías, se pregunta sobre si las actuales instituciones educativas se ajustan a las necesidades de la sociedad del conocimiento. Pone de relieve que el conocimiento y el aprendizaje de las TIC se están produciendo de forma invisible, en entornos informales. El ejemplo más claro es cómo hemos aprendido a utilizar las redes sociales. Nadie ha recibido un curso. Hemos aprendido haciendo.
Los centros educativos deberían estar trabajando para potenciar esta forma de aprender que no está parcelada, sino que es multidisciplinar, y está profundamente interrelacionada. Otorga una importancia crucial a aprender a aprender, pero también a desaprender para innovar.
Inteligencia emocional, autoconocimiento, educar empoderando
Carlos González es un pedagogo que defiende que la importancia en el proceso de aprendizaje está en las personas y no tanto en los temarios. Para este docente el mayor potencial de una persona es su creatividad. El principal problema es que la mayoría de las escuelas matan la creatividad.
Apuesta por empoderar al alumno y hacerlo protagonista de su propio aprendizaje desdibujando la figura del profesor. Este debe pasar a un plano invisible, libre de autoridad y mediante la utilización de técnicas como la provocación hacer brillar la inteligencia y creatividad en los alumnos. El autoconocimiento es el mejor camino para el aprendizaje, para esto debemos aprender a gestionar nuestras emociones y las de los demás. Ha recogido su experiencia pedagógica en el documental “Entre maestros” y en su libro Veintitrés maestros, de corazón.
La reflexión sobre la educación es constante aunque la práctica esté tardando demasiado en hacerse realidad. El avance tecnológico es vertiginoso, pero da la sensación de que en clase estamos durmiéndonos sobre los pupitres.
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