Todos conocemos la gran implicación que tiene la población japonesa por el trabajo, el estrecho vínculo que crean con la empresa para la que prestan sus servicios. Esta potente capacidad para enfocar y dirigir esfuerzos en una dirección está fundamentada en una idea central en la cultura nipona: el propósito en la vida. Lo que ellos nombran como ikigai y que es una de estas palabras difícilmente traducibles por toda la carga de significado cultural que trae consigo. Pero, ¿podría adaptarse para inspirar nuestra búsqueda de empleo? Sí, es posible. Solo hay que ponerse manos a la obra para aflorar tu ikigai y dirigirlo a tu propósito profesional. Te damos algunas pautas para que puedas ponerlo en práctica.
Ikigai, la excelencia en la motivación
El ikigai no solo tiene que ver con el mundo del trabajo. Va mucho más allá. Está relacionado con la capacidad para saber vivir una vida buena dando lo mejor de ti mismo y aportando a tu comunidad. Esta idea fue la que sirvió para que, tras la devastación de Japón provocada por la Segunda Guerra Mundial, tuviera lugar en pocos años el “milagro económico”.
Una recuperación espectacular que fue posible gracias a la invocación de este espíritu ikigai por parte de las autoridades para adecuarlo a lo que necesitaba el país en ese momento. El resultado fue la creación de una cultura de trabajo altamente eficaz, construida gracias a la forja de una lealtad inquebrantable de los empleados por las empresas en las que trabajaban. Esto ayudó significativamente, según algunos análisis, a que Japón consiguiera unos niveles de producción admirados en el resto del mundo.
Compromiso con la tarea
Pero dejaremos a un lado lo que significa vivir por y para la empresa y las consecuencias que se han derivado de esta identificación interesada y no exenta de riesgos para la salud. Algunas tan graves como la “muerte por trabajo”, el karoshi, otro concepto genuinamente japonés.
Vamos a centrarnos en la esencia de este concepto ancestral. El espíritu del ikigai está relacionado con la perseverancia, la dedicación a un cometido sin la presión de un resultado inmediato. Esta fuente de motivación se puede ver en el gusto por las cosas bien hechas, a las que se le dedica tiempo, sentido y atención plena. Un compromiso total con una tarea cuyo resultado es un nivel de especialización espectacular. Y, algo esencial, dirigir toda la energía, en muchas ocasiones la existencia, hacia un propósito.
Okinawa, la cuna del ikigai
Okinawa es el territorio con las personas más longevas del mundo. Quienes se han acercado a este pequeño archipiélago al sur de Japón para tratar de responder a la pregunta sobre el secreto de estas vidas tan largas han encontrado las claves: una alimentación frugal, la convivencia en comunidad donde las personas mayores juegan un papel esencial, y, algo fundamental, el propósito para levantarse cada mañana, el ikigai: un hobbie, una profesión artesanal, incluso la familia puede ser ikigai.
Tomar como inspiración esta forma de vida para adaptarla a nuestras realidades puede ser una fórmula excelente para enfocar, para centrar la atención y despertar o descubrir tu propio ikigai. No siempre se tiene clara cuál es la vocación, a veces se necesita una guía que ayude a descubrir qué es aquello que nos mueve, a ponerlo negro sobre blanco para ver claramente y poder tener una base desde la que dirigir nuestros esfuerzos.
Dibujar las cuatro esferas de tus potencialidades
Los españoles Héctor García Puigcerver y Francesc Miralles escribieron el libro Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz en el que proponen un método para descubrir el propio ikigai y ponerlo al servicio de nuestros intereses. Se trata de que hagas una reflexión que te ayude a maximizar las opciones para acertar en la receta que impulse tu motivación profesional.
Se trata de dibujar cuatro esferas que definan tus potencialidades en el ámbito profesional. En la primera de ellas escribe lo que te gusta hacer, aquello en lo que encuentras una mayor satisfacción. La segunda engloba las cosas que se te dan bien, para lo que tienes talento o una facilidad especial. Para la tercera reflexiona sobre qué es lo que el mundo necesita (acotándolo a tu área de interés). Por último, en la cuarta esfera pon aquello para lo que tienes capacitación, una formación cualificada, por lo que te pagarían (o te pagan) y que es interesante para el mercado laboral.
Si colocas las esferas en los cuatro puntos cardinales, la intersección formará los cuatro pilares sobre los que fundamentar tu ikigai. En el cruce entre lo que amas y lo que se te da bien se encuentra la pasión. Si hallas el punto donde lo que se te da bien se une a aquello por lo que te pagan entonces hablamos de la profesión. El lugar en el que coinciden la esfera en la que has descrito por lo que te pagan y aquello que el mundo, tu profesión, necesita es donde se sitúa la vocación.
Por último, el encuentro entre aquello que el mundo necesita y lo que amas será la misión. La confluencia entre las cuatro esferas es donde los autores sitúan el ikigai, el propósito vital. Aquello por lo que vas a levantarte cada mañana y va a estar alineado con tus propios intereses y lo que necesita el mundo. Es a partir de ahí donde tienes que buscar.
Dibuja tu ikigai para inspirarte y potenciar en la buena dirección tu búsqueda o mejora de empleo.