Las entrevistas de trabajo son escenarios donde hay que cuidar el máximo de detalles posible. O al menos, tenerlos presentes para no dar una impresión equivocada sobre nuestras expectativas, estado emocional o intenciones. Una de esas expresiones es la mirada. La intensidad del contacto visual puede incomodar o agradar dependiendo de la relación que tengamos con la otra persona. Y algo curioso, no mantener la mirada puede significar refrescar el interés de la conversación.
Los ojos reflejan el estado emocional
Las interacciones con nuestro interlocutor son intuitivamente significativas. Quizás no podemos darle una explicación razonada, pero, generalmente, sabemos cuándo un encuentro va bien o, por el contrario, no está fluyendo. La mirada expresa muy bien el estado emocional de quien tenemos enfrente. Es muy difícil ocultar los sentimientos a través de los ojos, por lo que observarlos puede dar claves sobre cómo discurre la entrevista. Un estudio reciente sobre psicología y el comportamiento del cerebro relacionan el contacto visual con la atención en un hallazgo sorprendente.
El contacto visual sella el compromiso con la conversación
Se trata de un estudio de la Universidad de Dartmouth en EEUU. En él se aportan nuevas hipótesis sobre el significado del contacto visual y la sincronía entre dos personas que hablan. Han podido observar que el contacto visual marca los puntos álgidos en esa sinergia entre dos personas durante una conversación pero que, inmediatamente después, la mirada se aparta para volver a iniciar otro periodo de sincronía compartida. Según parece, durante una conversación es necesario que se intercalen momentos de contacto visual con otros en los que se aparta la mirada, para permitir a los hablantes aportar algo de su propia cosecha a la conversación, enriquecerla.
Por lo tanto, según se desprende de este estudio, entrar y salir del contacto visual expresa que el interés sigue vivo, es lo que mantiene fresca la conversación. Durante la charla se alternan momentos de confluencia con otros en los que ésta decae para poder traer aportaciones nuevas a la conversación desde cada interlocutor en solitario.
La sincronía pupilar expresa interés común
El análisis sobre cómo se comporta la mirada también es interesante en cuanto a las aportaciones sobre sincronía pupilar. Los cambios de luz hacen que las pupilas de los ojos se agranden o achiquen para adaptarse a la cantidad de luz. Pero también sucede cuando nos sentimos emocionados o excitados, tanto viendo algo que nos conmueve como recordándolo. Lo curioso es que, si lo expresamos durante una conversación provocamos la misma reacción en las pupilas de quien nos escucha, esto es, hay una sincronía pupilar cuando estamos conectados con alguien.
Este tipo de comportamientos forma parte de lo que conocemos como lenguaje no verbal, aquellas acciones y movimientos que ocurren de manera involuntaria y que sacan a la luz el inconsciente de la persona. Puede ser muy interesante tenerlo en cuenta en las entrevistas de trabajo. Se puede imprimir emoción a nuestro relato durante el encuentro y conseguir esa sincronía pupilar que quizás detectamos en la otra persona para saber si hemos sintonizado.