¿Por qué una persona es menos productiva que otra? Hay quien piensa que todo se debe a que una se distrae menos que la otra, que se levanta menos veces al servicio o que no se va a tomar café en la parada de la mañana y aprovecha para seguir trabajando. Pues bien, todo eso no afecta tanto a la productividad como los malos hábitos que te señalamos a continuación y que hacen que tu rendimiento laboral caiga en picado.

Algunas de estas malas costumbres dependen directamente de ti y en otras participa también quien coordina tu trabajo. Si entre todos conseguís hacerles frente, el resultado será una notable mejoría de la productividad y la eficiencia.

1. No respetar las paradas reglamentarias. Es imposible que mantengas la misma atención durante 8 horas seguidas. Tu cuerpo pide desconectar cada cierto tiempo, aunque solo sean unos minutos. El Estatuto de los Trabajadores señala que si se trabajan 6 horas seguidas, tienes derecho a 15 minutos de parada. Por otro lado, hay profesiones en las que estas paradas están reglamentadas por convenio. Tu derecho y el deber de tu empresa es respetar estos tiempos. No hacerlo te afectará de varias formas, una de ellas es que disminuye tu productividad.

2. No facilitar un buen ambiente de trabajo. Y aquí todos los que conformáis el ambiente tenéis que poner de vuestra parte. El no hacer lo posible por llevarse bien con quien te podría echar una mano en un momento dado se ha convertido en un mal hábito. Quizá pasáis demasiado tiempo juntos, pero por eso mismo deberíais limar asperezas y poner las miras en el resultado de vuestro trabajo. En este sentido, la participación de la empresa es esencial. Se ha demostrado que el trabajo colaborativo es mucho más eficiente.

3. No revisar las metodologías. A veces se está tan acostumbrado a hacer las cosas siempre de la misma forma que resulta inconcebible hacerlas de otra manera. Sin embargo, los tiempos cambian y el avance tecnológico y en las comunicaciones es exponencial, no puedes cerrar los ojos y seguir igual sin más. Busca la manera de mejorar tus procesos, escucha al becario, puede que te dé la clave. Tu experiencia combinada con los nuevos métodos hará que la fuerza de este cambio se multiplique. Eres un tesoro, pero debes adaptarte.

4. No continuar la formación. Directamente relacionado con el punto anterior, está este sobre formación. La importancia de que los conocimientos del trabajador han de actualizarse está recogida incluso por la ley. Aunque tengas una larga trayectoria, siempre hay parcelas de tu trabajo sobre las que puedes indagar y esto tendrá un reflejo inmediato en tu capacidad de producción.

5. No tener capacidad de iniciativa o de propuestas. Si has superado los dos malos hábitos anteriores, este te resultará mucho más sencillo de abandonar. Deja de pensar que alguien tiene que venir a cambiar las cosas y empieza por hacerlo tú mismo. Analiza lo que, en tu experta opinión, no funciona, encuentra la forma de solucionarlo y haz tu propuesta.

6. No hacer planificaciones. Una parte muy importante a la hora de mejorar tu productividad consiste en realizar tu labor de una forma organizada. Plantéate cómo va a ser el curso de la semana y lo que harás durante la jornada, qué tareas es conveniente que resuelvas en las primeras horas y cuáles puedes dejar para el final del día.

7. No hacer valoraciones cada cierto tiempo. Este es el broche final que cierra los cuatro puntos anteriores. El mal hábito de dejar que pasen los meses sin cuestionarte tu producción hará que no te plantees nuevas metodologías, que no sientas la necesidad de formarte, que no encuentres ninguna solución que proponer y que no revises la forma de organizarte. Si cada cierto tiempo repasas el trabajo que has desempeñado durante un periodo (mucho mejor si dispones de mediciones), podrás hacer balance de qué prácticas han sido productivas y cuáles no.