Las redes sociales invaden por completo nuestras vidas. También el ámbito laboral. Facebook, Instagram o WhatsApp forman parte de nuestro día a día. Aunque, en ocasiones, interfieren en la productividad e incluso provocan serios problemas de gestión del tiempo en la empresa. En este artículo, hablamos de cómo con responsabilidad, una buena comunicación interna o una política de uso se puede gestionar correctamente el manejo de las redes sociales en el trabajo.
Las redes sociales en el trabajo: una cuestión de equilibrio
A nivel laboral, uno de los grandes y profundos cambios que trajo consigo la pandemia del COVID-19 fue la proliferación y el avance de los diferentes modelos de trabajo a distancia. Posiblemente, y como consecuencia del teletrabajo, también las redes sociales entraron en los horarios y espacios laborales de todas las empresas. Lo que generaba situaciones novedosas sobre las que reflexionar, como su incidencia directa en el rendimiento de los empleados.
Sin embargo, un uso controlado y coherente de estas herramientas también puede generar beneficios para la empresa y los trabajadores. Aspectos relacionados con el marketing o la comunicación interna o externa de la compañía pueden gestionarse mejor utilizando las redes sociales y las aplicaciones colaborativas. Por lo tanto, una cultura organizacional que no invade, que no persigue y fiscaliza desproporcionadamente el uso de estas aplicaciones, sino que confía en la libertad, la responsabilidad y la madurez de sus empleados, sería lo más aconsejable.
No obstante, existen dos aspectos que tanto la empresa como el empleado deben tener en cuenta respecto al uso de las redes sociales en el trabajo:
- La política de Régimen Interno. El trabajador debe conocer de antemano qué decisiones ha tomado la empresa respecto al uso de las redes sociales en el trabajo. Y, por supuesto, debe respetarlas. Igualmente, la empresa no puede sobrepasar los límites establecidos en dicho reglamento interno a la hora de sancionar o tomar medidas al respecto.
- El respeto a la privacidad. Si usamos las redes sociales, no está permitido controlar las aplicaciones personales utilizadas o publicar documentos e información relevante de la empresa. Estas prácticas están penalizadas legalmente.
La clave, como vemos, estará en conseguir un correcto equilibrio entre privacidad y ciberseguridad, entre productividad y responsabilidad. Para ello, compartir unas normas corporativas claras y concisas al respecto, debería ser clave para evitar estos problemas.
Buenas prácticas digitales: la netiqueta y la marca personal
Independientemente del Reglamento que la empresa ponga en marcha para gestionar el uso de las redes sociales en la empresa, todos tenemos una responsabilidad. Empresas y trabajadores debemos hacer un uso correcto de nuestra marca personal.
Nuestra forma de comunicar los mensajes, el tipo de fotografías o vídeos que publicamos, nuestros comentarios y respuestas ante cuestiones concretas que nos atañen, configuran la llamada netiqueta digital, que se basa en una serie de hábitos y normas de uso saludables de las redes sociales que todos debemos respetar. Algunas de estas cuestiones están publicadas por diferentes entidades a nivel europeo o mundial, y son públicas. Otras, sin embargo, quedan implícitas en el uso de las aplicaciones, y responden más a criterios de sentido común, respeto o cordialidad.
En este sentido, la empresa puede contribuir a mejorar el uso que sus empleados hacen del mundo digital ofreciendo capacitación en redes sociales o en las aplicaciones que más usan en su día a día.
De esta forma, empresa y trabajador podrán establecer una especie de pacto o acuerdo sobre qué se entiende por buen uso de estas aplicaciones en el trabajo sin necesidad de acudir a la monitorización de empleados y a técnicas poco recomendables.