En euros contantes y sonantes, en España, el salario medio ordinario bruto (sin pagas extras ni deducciones) es de 1.751 euros al mes frente a los 2.194 euros que se paga de media en Europa, según los cálculos del centro de estudios Adecco Institute. Esto supone una brecha salarial entre ambas medias del 20,2%.
España, en el grupo intermedio en la clasificación por sueldos
Los salarios en España se sitúan en la parte intermedia de una tabla, en la que los países del Este que integran la Unión quedan por debajo y el norte de Europa por encima. La diferencia media comparable entre España y Europa se ha visto reducida en un 0,5% a partir del año 2020, según el estudio. En años anteriores esta brecha sufrió una mayor apertura.
En este sentido, el país en el que mejor se paga a sus ciudadanos es Luxemburgo donde, de media, se cobran 3.502 euros, seguido de Dinamarca con 3.458 euros y de Alemania con 3.003 euros al mes. Los países del norte de Europa son los que aportan los salarios más altos y, además, donde se perciben menores diferencias entre ellos.
Por el contrario, el país cuyos compatriotas menos salario reciben, según estos datos, es Bulgaria. El sueldo medio en este país es de 562 euros/mes. Una comparación que ilustra elocuentemente las distintas “velocidades” dentro de la Unión Europea, es el contraste de salario medio entre una persona que trabaja en Bulgaria y otra que lo hace en Luxemburgo. Esta diferencia es de 2.940 euros mensuales.
¿Permite el salario medio en España unas condiciones de vida dignas?
España se encuentra en el grupo intermedio de este listado. Se coloca por debajo de Francia, que lidera la clasificación de esta sección con 2.446 euros. A continuación, Eslovenia 1.417 euros, Malta 1.329 euros o, nuestro vecino Portugal con 1.106 euros. A la luz de estos datos cabe preguntarse si esos salarios, independientemente de que sea más o menos dispares dependiendo de país, cubren las necesidades de quienes los reciben.
El salario de un trabajador, según el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) de 1966, debe aportar las condiciones de existencia dignas para él/ella y su familia. Esto tiene que ver con la capacidad de gasto, el poder adquisitivo, que tienen las personas en relación a los precios que pagan por los productos y servicios que requieren. La carestía de la vida en cada zona o el grado de desarrollo de un estado de bienestar y la calidad de los servicios públicos disponibles harán que esos salarios sean más o menos suficientes para llevar una vida digna.
El salario medio y el incremento de los precios
El conflicto en Ucrania y la crisis energética que se ha desencadenado en Europa ha provocado una inflación que no se veía desde los años 80 del siglo pasado. Esto ha colocado en primer plano el debate sobre la necesidad de aumentar los salarios para que las familias puedan afrontar esta carestía de la vida. La representación de los trabajadores considera que es imprescindible para evitar el empobrecimiento de quienes solo obtienen ingresos por las rentas del trabajo que los salarios suban. Si no a la misma cifra que el porcentaje de la inflación sí hasta una cantidad que garantice que no habrá una mayor precariedad mientras se mantienen los beneficios empresariales.
Por su parte, la representación del empresariado considera que el aumento de los costes salariales dificultaría seriamente el mercado laboral, y la contratación se vería afectada debido a un incremento de los gastos en materia salarial en los que tendrían que incurrir las empresas, además de los que ya deben asumir por el aumento del precio de la energía, entre otros.
El gobierno, por su parte ya ha fijado la primera reunión de expertos para primeros de septiembre, con el fin de abordar una nueva subida del SMIpara que alcance el 60% del salario medio, algo recomendado por la Carta Social Europea e incluido en el pacto de gobierno de coalición.