La crisis agudiza el ingenio y multiplica las posibilidades. Es por eso por lo que mucha gente, quizá sin trabajo, quizá con una idea, quizá ambas opciones, se lanza a emprender. Pero ¿dónde me monto la empresa? No siempre es posible tener dinero como para alquilar un local, acondicionarlo y empezar a funcionar. Para ti, estimado emprendedor, una reflexión sobre las dos opciones más asequibles.

Los viveros de empresas, también llamados ‘invernaderos’ en algunos lugares, no son lugares donde plantan emprendedores cual lechugas, los riegan y los podan. Son edificios públicos puestos a disposición de la gente que empieza con un negocio por la autoridad local. En ellos se pueden encontrar un montón de despachos de tamaños variados para empezar un negocio y, a la vez, zonas comunes como salas de reunión, impresoras y demás. Hay algunos viveros que cuentan, incluso, con asesoría de tipo legal o contable. El paraíso, dirás. Qué mejor que poder optar a un espacio público, es decir, barato, donde tengo espacios compartidos para usar que jamás podría permitirme por mí solo. Cierto, claro, pero con algunas limitaciones.

Por ejemplo, sólo te servirá si trabajas en algo que no requiera espacio de almacenaje, o con productos que no sean voluminosos o que no requiera estar a pie de calle para atraer clientes. Ni vendas coches, ni recambios de electrodomésticos, ni pongas un comercio. De hecho, en grandes ciudades con varios viveros, éstos suelen organizarse por temáticas, como es el caso de Madrid donde cada uno de los edificios distribuidos por la ciudad responden a una temática concreta.

Otro problema es, por ejemplo, el lugar donde se encuentran estos edificios. No suelen ser lugares céntricos, en ocasiones ni siquiera bien comunicados. Es un espacio, sí, que te permite tener un despacho aceptable para recibir visitas. Pero poco manejable si tienes que estar yendo y viniendo. Al menos, en muchas ocasiones. ¿Entonces? Para gente que reciba visitas ocasionales de clientes, que necesite desplazarse sólo ocasionalmente, que trabaje con cosas que requieran poco espacio o que se centre en la parte online, es perfecto. Eso sí, ahora tendrás que conseguir una plaza, porque no siempre es fácil ¿Y qué es eso del coworking, la otra opción? Es el palabrejo inglés que quiere decir ‘compartir oficina’. Es como cuando encuentras una casa enorme en la que te encantaría vivir pero no puedes pagar, céntrica, bien ilumnada, con cocina y comedor imponente, varios baños y muchas habitaciones. Tantas que si divides el precio entre ellas sale algo más asequible. Algo así. Compartiendo oficina puedes permitirte pagar suelo caro, ya sea por extensión ya sea por ubicación. Imagínate 1.000 metros cuadrados en el centro de tu ciudad a repartir, por ejemplo, entre cuatro empresas. Y a precio relativamente asequible.

Suena bien, ¿no? La parte mala, claro, es que no existe el tutelaje que hay en los viveros de empresas. El acondicionamiento y las instalaciones corren de vuestra cuenta, y la asesoría ni la nombramos. Y eso por no entrar en posibles disputas.  A fin de cuentas, las empresas seríais ‘compañeros de piso’ ante un inquilino común, donde nadie puede más que nadie con todo lo que eso implica si surge un problema… o alguno de los proyectos no sale adelante económicamente. La clave quizá es hacer una búsqueda concienzuda de compañeros de piso que aporten algo. Por ejemplo, buscar una empresa que pueda hacer algo por tu negocio a cambio de que tú puedas hacer algo por ellos. Así con varias. Negocios en los que todos saquéis ventajas de la convivencia que haga que la experiencia sea enriquecedora. Eso sí, los problemas de la convivencia, si los hay, no te los quitará nadie. Como en la vida real…