Domingo Martín Castilla es un delineante extremeño que trabajaba como autónomo en una media de cinco a seis proyectos al mes colaborando para varios estudios de arquitectura e ingeniería de toda la comunidad. Casi siempre, eran edificios residenciales, aunque también lo compaginaba con naves industriales, rehabilitaciones y oficinas o comercios. Desde hace meses, no tiene ningún proyecto entremanos, y divide su tiempo entre buscar trabajo en cualquier lugar de España, realizar cursos de formación y alguna reforma ocasional para conocidos.

A principios de la pasada década, las titulaciones de Arquitectura y Arquitectura Técnica estaban entre las carreras que no registraban paro o cuya tasa de ocupación superaba el 95%. Diez años después, cuando la tasa de paro juvenil es del 40%, la cifra de desempleados se sitúa en más de un 30% en el caso de los arquitectos, según el I Estudio Laboral de la Arquitectura realizado por el Sindicato de Arquitectos (SArq).

«Cuando se construía mucha obra nueva –explica Jesús Paños Arroyo, presidente del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Madrid– estábamos en una situación de pleno empleo, al ser los aparejadores una de las profesiones más versátiles, que nos permitía acomodarnos dentro del sector industrial, de valoraciones hipotecarias, judiciales o patrimoniales o en la ejecución de cualquier tipo de obra». Ante la paralización de la obra nueva, reconoce que los profesionales se han reorientado hacia la rehabilitación, «un mercado poco atendido hasta ahora».

Empleo verde

Paños enumera como la salida laboral que más profesionales está empleando la de la rehabilitación sostenible. Otros sectores que pueden proporcionar trabajo son las empresas que fabrican materiales de construcción, donde pueden ejercer un control de calidad o investigar nuevos sistemas; la Administración Pública, que necesita árbitros e inspectores para viviendas de alquiler y realización de informes técnicos para la ITE sobre estabilidad de fachadas y edificios; y grandes empresas multinacionales, que desplazan profesionales a otros países donde no se ha paralizado la actividad, sobre todo, en Latinoamérica.

Precisamente, es la salida al extranjero la solución que se plantea el 73% de los arquitectos españoles, según el Sindicato de Arquitectos, y que ya ha elegido un 18%. Firmas como Foster+Partners buscan, según su página web, arquitectos y arquitectos técnicos para  sus oficinas de Londres, Nueva York y Beijing, y el Gobierno alemán ha anunciado su intención de contratar 100.000 profesionales españoles cualificados.

«La alternativa en un mundo tan globalizado como este es viajar y nosotros estamos pensando en abrir mercados en Latinoamérica, por ejemplo»,  observa el arquitecto Fernando Espinosa de los Monteros, socio fundador del estudio Espinosa de los Monteros Arquitectos Asociados, que ha tenido sedes en Varsovia, Berlín, Budapest y Sofía. Espinosa ofrece un panorama bastante oscuro de la profesión en España: nuestro país cuenta con el doble  de arquitectos que Francia, teniendo en cuenta que tiene la mitad de extensión, y la mitad de ellos se encuentran en Madrid.

Pero, ¿las condiciones laborales son realmente mejores fuera? «Indudablemente», contesta Ignacio Bisbal, presidente del Sindicato de Arquitectos. «Ya antes de la crisis, las condiciones eran mejores, porque un gran porcentaje trabajaba sin contrato, como falso autónomo, con sueldos malos, horarios largos y vacaciones no remuneradas».

Trasladarse a países europeos –sobre todo a Alemania o Gran Bretaña–, a Estados Unidos o a países sudamericanos, como Brasil, son las posibilidades más mencionadas por los encuestados por el SArq. El Sindicato está intentado lograr acuerdos con distintas embajadas para ser el puente de conexión entre la demanda y la oferta de empleo en otros países. Mientras tanto, el presidente aconseja acudir a la red Eures para informarse de las ofertas y condiciones que ofrecen otros países europeos.

El requisito más frecuente que deben tener en cuenta es el dominio del idioma. «El inglés se presupone», afirma Bisbal, pero también se están pidiendo conocimientos de alemán, chino o portugués. Para aquellos que decidan dar el paso por libre, otra dificultad será la homologación del título. «La homologación del grado es más rápida, pero la del título depende de las universidades», explica Bisbal. «Lo que pretende Bolonia es que la homologación sea automática, pero todavía no se ha afianzado este sistema», añade, por su parte, el presidente del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación, partidario de que se generalice el grado de Ingeniería de Edificación como el más homologable con los profesionales que actualmente ejercen en Europa.

Junto a los idiomas, Jesús Paños recomienda que aprovechen el esfuerzo de los colegios profesionales, que organizan cursos subvencionados, para formarse en sostenibilidad, energías renovables, gestión de patrimonio, aislamiento, rehabilitación de edificios y cualquier conocimiento especializado que les permita encajar en las demandas laborales actuales.

Reciclaje laboral

«Las soluciones dentro de la profesión son habas contadas», resume Ignacio Bisbal. «Los arquitectos se han refugiado en la enseñanza o en la Administración Pública, donde el porcentaje de arquitectos que se presentan a concursos públicos se ha triplicado. Fuera de la profesión, el presidente del Sarq menciona el diseño, la publicidad y las páginas web como otros destinos de estos profesionales, aunque reconoce que el número de oportunidades no es amplio. No obstante, encuentra un resquicio en este pesimista panorama y aconseja a los estudiantes de Arquitectura que aun no han terminado que enfoquen su formación hacia el project management, «un aspecto en el que la profesión no ha puesto atención hasta ahora».