La flexibilidad en el desarrollo de la jornada, la externalización de servicios junto con el desarrollo de tecnologías que permiten el don de la ubicuidad están posibilitando que se asista en directo a la transformación de las relaciones laborales.

Los profesionales empiezan a prestar solo sus servicios o conocimientos y evitan prestar su tiempo y presencia en una jornada estanca. Esto ya ocurre con los knowmads o expertos y consultores superespecializados, pero cada vez son más las funciones ejecutivas o de dirección las que trabajan en régimen de interinidad para diferentes empresas en múltiples proyectos independientes. Son los llamados supertemps.

El fin de la era de la fidelidad a la empresa

La guerra por el talento comienza a resolverse por el lado de los profesionales. Retener a un directivo por tiempo indefinido no es ser demasiado realista en un mundo laboral repleto de tentaciones para las personas que desarrollan este tipo de funciones dentro de la empresa. El directivo empieza a verse como una empresa unipersonal. Algo similar a lo que ocurre con el fichaje de los entrenadores de un equipo de fútbol de la Champions. Parece que la fidelidad a la empresa toca a su fin.

Los supertemps salen de las mejores escuelas de negocios y han prestado sus servicios en las compañías más importantes, pero quieren diseñar su propia carrera y no estar sujetos a la rigidez impuesta por la cultura empresarial de una organización.

La tecnología, la parcelación del trabajo en proyectos y equipos permitirá que el flujo de profesionales tanto técnicos como directivos sea más dinámico. Retener el talento será más complicado pero también habrá un mayor acceso a este y los grados de colaboración entre corporaciones y directivos formarán parte de las condiciones de negociación de este tipo de contratos vip.

La expansión de la economía colaborativa

Este fenómeno forma parte de la expansión de lo que se está llamando uberización de la economía. El término hace referencia a los productos que surgen de la economía colaborativa, donde la prestación de servicios o compra de productos se produce a través de intermediarios. Es el caso de Uber, la plataforma de alquiler de coches con conductor, que se ha convertido en uno de los mayores empleadores a tiempo parcial.

En la otra parte, la de las empresas, también se está produciendo un fenómeno de flexibilización de la estructura de la organización. Los escenarios cambiantes de un mercado globalizado requieren de capacidad de adaptación. El incremento en la externalización de servicios es un claro ejemplo. Las empresas se aplanan y reducen su estructura para quedarse solo con un núcleo operativo. El resto de servicios se contratan en función de las necesidades.

¿Avanza la tecnología al ritmo de la cultura empresarial?

Según los datos ofrecidos por el London Business School’s Global Leadership Summit, se prevé que para el año 2020 el 50% de los profesionales desarrollarán sus tareas fuera de la sede de la empresa, en remoto. Pero hay expertos que ponen en duda este dato. Piensan que el ritmo al que avanza la tecnología no es el mismo que el que tienen determinadas culturas corporativas más tradicionales.

Aunque los plazos no sean estos y los cambios comiencen desde la parte alta de la pirámide parece claro que la tendencia comienza a fijarse. Los empleados dejan de ser subalternos y las relaciones laborales empieza a desarrollarse en un nivel más horizontal.