Tomar un café antes de salir de casa es un gesto que realizan un gran número de personas todas las mañanas antes de ir a trabajar. Vencer el sueño, notar el sabor amargo y un poco agrio y el aroma tan característico es la finalidad de aquellos que, medio dormidos todavía, ponen una cafetera recién levantados.

Un alcaloide de efecto casi inmediato que nos despierta cada mañana

El principal componente de esta bebida es la cafeína. Una taza tiene aproximadamente cien miligramos de este alcaloide. Según los estudios científicos, este compuesto químico inhibe la acción de un nucleósido que funciona como neurotransmisor llamado adenosina, responsable de la somnolencia.

El efecto del café es muy rápido, a los diez minutos de haberlo ingerido el organismo ya lo ha absorbido y sus beneficios se notan inmediatamente en el cerebro. Provoca una sensación de despeje que puede durar entre dos y tres horas. Ayuda también a mantener la atención y la concentración.

Algunos estudios longitudinales, como los que lleva realizando la epidemióloga española Esther López García, señalan que tomar café de forma regular y moderada puede prevenir enfermedades cardiovasculares. Aunque parece que de estos beneficios no es responsable la propia cafeína si no otros componentes que actúan como antioxidantes. Un exceso en la dosis, sin embargo, puede provocar irritación, ardor de estómago y la temida hipertensión.

La cafeína no se encuentra solamente en el grano del café. La misma molécula puede extraerse del té, el guaraná, la yerba mate, el cacao o la nuez de cola de donde sale el archiconocido refresco de cola. No obstante, la cantidad de cafeína que puede hallarse en estos productos es menor.

La diversidad también llega a las mil formas que hay de combinar el café. Lo sufren cada mañana los camareros en los bares y cafeterías. Solo, con más o menos leche, a diferentes temperaturas, con hielo, con limón, con sacarina, con mucha azúcar para restarle amargor. Así hasta 39 formas diferentes de tomarlo según una conocida marca de café.

café y trabajo

Las mal llamadas bebidas energéticas

Otras bebidas que se utilizan para combatir la somnolencia son las llamadas bebidas energéticas. La concentración de cafeína en estos preparados oscila entre los 70 y los 400 miligramos por litro, una cantidad muy superior a la que llevan los productos antes mencionados. La EFSA (European Food Safety Authority) prohíbe asociar estas bebidas con efectos beneficiosos para la salud en la publicidad. Consideran que contienen una cantidad excesiva de azúcar y cafeína y además, que su consumo no es nada saludable al combinarse muchas veces con alcohol.

Advierten de que no debe asociarse la ingesta de estas bebidas con un efecto energizante, asociado a una mejora del rendimiento mental. Los efectos negativos que pueden causar contrarrestan este efecto y recomiendan ser precavidos con su consumo.

Pero lo que ayudará de forma eficaz a mejorar la concentración y levantarse con la mente despejada es respetar las horas de sueño. Dormir siete horas diarias asegura una jornada plenamente productiva de una forma más saludable y beneficiosa que tomar cualquier producto para potenciarla.