Tras dos años funestos en la creación de empresas, la caída se ha frenado en 2010. Según un informe de la consultora Axesor, a lo largo del año pasado se registraron alrededor de 77.000 nuevas sociedades en España, de las cuales 8.487 se tramitaron a través de la Ventanilla Única Empresarial (VUE).

En un año en el que bancos y cajas han estado prestando dinero con gotero para tratar de no incrementar sus niveles de morosidad, el número de empresas creadas a través de este organismo también ha crecido frente al año 2009, en el que se crearon 7.730 empresas.

A finales de 2010 quedó conformado el tejido empresarial español con  1.396.141 compañías activas, poniéndose fin a dos años de caídas superiores al 20% en la constitución de nuevas empresas.

Según estos datos podría constatarse que, frente a la apatía generalizada del mercado, el temor ante el comportamiento de los consumidores y el pesimismo del entorno, que parece aconsejar con ser funcionario, ha habido osados empresarios que no se han dejado amilanar por las circunstancias.

Han pasado más de dos años desde que las entidades financieras comenzaran a restringir la concesión de préstamos. Sin embargo, parece que el miedo a ser autónomo se ha diluido junto con la estabilidad de los contratos indefinidos.

Con el mismo optimismo han respondido 67.434 empresarios europeos a la encuesta elaborada por el Consejo Superior de Cámaras a finales de 2010 acerca de las perspectivas de creación de empresa para este año, de cuyos datos se desprende un proceso de recuperación que, aunque no sea igual de positivo en España que en el resto de Europa, no deja de ser alentador.

En España, es la Comunidad de Madrid la que encabeza la clasificación nacional de empresas creadas en 2010 con un total de 16.500 nuevas sociedades, de las cuales, alrededor de 1.300, se tramitaron a través de las Ventanillas Únicas Empresariales de Madrid y Getafe.

A través de este organismo, que tiene por objeto apoyar al emprendedor en la creación de nuevas empresas, se ha asesorado a alrededor de 70.000 personas que, según un asesor de laVUE, aparte de en la financiación y las barreras burocráticas, encuentran su dificultad en la falta de creatividad a la hora de desarrollar la idea de negocio y en la falta de capacidad para convertir una buena idea en un proyecto rentable.

«Hoy, frente a las dificultades de encontrar inversión, se contrapone la dificultad de encontrar empleo, que constituye una gran ventaja a la hora de lanzarse a emprender para saciar de algún modo la necesidad que tiene la gente de desarrollarse a nivel profesional», comenta Carlos Blanco, director del Grupo ITnet, dedicado a invertir en empresas del sector de las  telecomunicaciones.

La idea es lo primero

Sin embargo, detectada la oportunidad de negocio, es imprescindible definir y planificar el futuro proyecto a través de un plan de empresa en el que se incluyan los principales objetivos de la iniciativa, así como las vías para alcanzarlos.

Esta es la forma de comprobar la viabilidad técnica, económica y financiera de un proyecto que constituye la tarjeta de presentación del empresario ante posibles colaboradores o inversores. A la hora de elaborar este plan, se puede recurrir a las distintas Cámaras de Comercio españolas que ofrecen formación y asesoramiento a personas con un proyecto de empresa en ciernes.

Así, en seminarios como el «Aula del emprendedor», o «Elaboración de un plan de empresa», se presta especial atención a modelos de empresa basados en el autoempleo y se exponen los elementos fundamentales a tener en cuenta en el proceso de puesta en marcha de un negocio, como las  principales formas jurídicas, los aspectos administrativos en la constitución de la empresa, el proceso de constitución, las  obligaciones del empresario o las ayudas y subvenciones disponibles.

Con respecto a la obtención de recursos, también se puede acceder a la Guía de las Oportunidades de Financiación de la Comisión Europea, que incluye las ayudas europeas existentes para las pymes. También destaca el papel de las subvenciones y fondos directos que pueden obtener las pequeñas empresas o los intermediarios de crédito como el Instituto de Crédito Oficial (ICO).