El liderazgo es una cualidad necesaria a la hora de dirigir un equipo. Para poder llevar a cabo esta empresa parece imprescindible tener un carácter imperativo, no bajar nunca la cabeza y contar solo los éxitos. Fernando Botella rompe los mitos y nos da las verdaderas claves para convertirse en líder.

Este alicantino es experto en formación y desarrollo de directivos. Actualmente es CEO de Think&Action, empresa dedicada a la transformación de organizaciones que fundó hace casi una década. Hasta entonces, desarrolló una intensa carrera profesional en el mundo del marketing especialmente orientada al sector farmacéutico, pues su formación superior es de base científica.

¿Crees que el ámbito científico te ha aportado una visión particular sobre el crecimiento personal?

Fernando Botella

Probablemente. Fíjate que en nuestra cultura actual el liderazgo está rodeado de mucho bombo y de mucha mitología que, a menudo, es incierta. Precisamente el hecho de que yo proceda del entorno científico creo que me ha llevado a cuestionarme muchas creencias sobre el desarrollo de las personas. Se tiende a considerar el liderazgo como una cuestión puramente relacionada con el carisma natural de la persona. Pero el liderazgo es una habilidad que se puede analizar y diseccionar, como haría un científico, hasta sus componentes más básicos. Hay que despojar del componente mágico a la función de líder para normalizarla de una vez. Todos somos líderes, o ¿es que no tenemos la mayor de las responsabilidades?, la de liderar nuestra propia vida.

Es cierto, cuando vemos a un líder, tendemos a pensar que siempre lo ha sido. Entonces, ¿es posible aprender a liderar?, ¿no hay que nacer con unas cualidades de base?

¿Eres tú la misma persona que eras hace un año? Seguro que no. Habrás aprendido y evolucionado sobre la base de tus experiencias y seguramente habrás desarrollado alguna de tus habilidades en estos últimos doce meses. Nuestro cerebro es plástico y moldeable en función de lo que vivimos, por eso se puede aprender a liderar en cualquier momento. El líder se hace. A ser líder se aprende, como a casi todo en la vida.

Tu último libro se titula El factor H, las claves del liderazgo. ¿Qué tiene de especial la octava letra del abecedario para el desarrollo de habilidades directivas?

Por la H, letra no tan muda, comienzan los tres elementos que constituyen, según mi punto de vista, la base del liderazgo: Humildad, Humor y el verbo Hacer. Todas estas haches son recursos al alcance de cualquiera con inquietudes en este campo y un terreno propicio para trabajar. Porque, como ya hemos mencionado, el liderazgo se puede (y se debe) trabajar.

De hecho, en estas páginas das consejos muy prácticos que llaman siempre a la acción, al hacer. ¿Hasta qué punto la experiencia es importante en el modelaje de un líder?

Lo es todo. Álvarez de Mon, en su libro El mito de líder, habla de la figura de Gandhi. ¿Quién podía pensar que aquel chaval delgaducho y tímido iba a poner en jaque al gobierno británico y cambiar la forma de ver el mundo? Ese gran líder no salió de la nada. Sale de una suma de acciones pequeñas durante mucho, mucho tiempo, que al final acaban por moldear a una persona excepcional. Experiencias y un ejercicio de reflexión de buena parte de ellas hacen que seamos como somos.

Unas buenas cualidades de liderazgo son imprescindibles para ocupar un puesto directivo, pero ¿son también útiles para cualquiera? ¿Consideras que tus consejos pueden ayudar al crecimiento personal?

Ser un buen líder no solo aplica al ámbito directivo y/o profesional. Hay muchos oficios y muchos roles en los que ejercer un buen liderazgo es esencial para que las cosas sucedan y todos crezcamos con la experiencia. Me refiero, por ejemplo, a los educadores, o a los padres y madres. Liderar implica básicamente educar e influenciar sobre otros y también hacer que las cosas pasen. Y uno y otro acontecen constantemente en nuestro día a día. Ya sea mientras cuidamos de nuestros hijos, ya sea mientras interactuamos con la gente de nuestro entorno o trabajamos.

Y ya centrándonos en el mundo del liderazgo, ¿qué aporta de nuevo El Factor H?

Fundamentalmente aporta una profunda revisión del concepto Humildad y de la importancia que tiene para un líder entender y practicar bien el significado del Humor.

Dos caracteres propios de los Humanos: por lo tanto, dos básicos en las relaciones humanas. Liderar es relacionarnos con otros.

Esa humildad a la que te refieres ¿es un valor en alza para la nueva clase directiva?

Sí lo es. Cuando hablo de humildad en El factor H no me estoy refiriendo a la modestia, que tampoco está nunca de más. Me refiero sobre todo a una actitud constante de vivir la vida con mente de aprendiz, en la que nos sentimos abiertos a la escucha empática, a cuestionar lo que nos rodea y a mirar hacia delante. Esa insatisfacción inspiradora necesaria para evolucionar, el valor de la duda y la enorme curiosidad que está detrás de ella son un auténtico motor del desarrollo personal.

Con esa actitud nos convertimos en imparables.

Humildad tiene un origen etimológico de humilitis, lo que va por debajo, lo que sostiene a todo lo demás.

Rompes con muchos tópicos. No solo dices que un líder debe ser humilde, remarcas también que un líder comete errores. ¿Cómo valoras el fracaso?

Es importantísimo, pero, cuidado, no vale cualquier fracaso para que realmente haya aprendizaje. Existe el fracaso mediocre y el fracaso excelente. El primero es un fracaso que nace de hacer las cosas sin cuidado, dejando mucho al azar y sin poner el talento al servicio de la idea. Ese fracaso vale más bien de poco y nunca ha de ser premiado. El que nos interesa es el segundo. Aquel en el que existe una apuesta ganadora que finalmente se frustra, no por una mala performance ni falta de mimo, sino por variables que desconocíamos hasta el momento de emprender el nuevo proyecto.

El_Factor_H

El factor H, las claves del liderazgo reúne multitud
de observaciones y consejos para llegar a ser un buen líder.
Es una lectura muy amena y práctica que llegará, no solo a
los directivos, sino a cualquiera que pretenda tomar las
riendas de su vida.