Ha hecho, durante más de 30 años, lo que más le gusta y, además, cobrando… sobre todo en los primeros tiempos, en los que era una turbina  humana de hacer radio y ni esperaba el pequeño detalle de una contraprestación por sus servicios. José Antonio Abellán (Madrid, 1960) está volcado a tope con su actual etapa en Punto Radio, con ‘Abellán en Punto’ y, los fines de semana, ‘La liga en Punto’.

¿Qué le dicen los nombres de Donald y LasVegas?�
Hombreee… ahí empecé a pinchar música, en El Tiemblo. Tendría unos 16-17 años. En esa época no cobraba nada, pero sí empecé a hacerlo en Majadahonda, Madrid, en una discoteca donde pinchaba los fines de semana y me pagaban 3.000 pesetas semanales. Aparqué los estudios en COU –iba a estudiar Ingeniería Industrial– para dedicarme a esto de la radio, y hasta ahora. Con un paréntesis para la mili, curiosamente en el Grupo Central de Transmisiones.

Se convirtió en un obseso de la radio.
Era el típico pesado que no paraba de ir por allí, de hacer pruebas, quería vivir la radio. Un día, recuerdo que en febrero del 78 –un amigo mío dice que no puedo presumir de inteligencia, pero sí de memoria–, me presento a unas pruebas en la Ser. Un señor calvo con barba, José María Goñi, vio tanto entusiasmo y me comentó «empiezas el sábado». Iba tan lanzado que, al tercer o cuarto mes, me avisaron de que tenía que recoger el sobre del mes –unas 12.000 pesetas– y los atrasos. ¡No sabía que pagaban!

Y poco después, un revés le situó de cara a los EEUU…
Era un ‘baby’ en un mundo de locutores que superaban los cuarenta. Cantaba, contaba chistes… hasta que me dijeron «eres tan bueno que hay que echarte». Tal cual. Distorsionaba en aquella época. Pero de ahí, y por un contacto de la familia, me ofrecieron una beca especializada en medios de comunicación en la Universidad de Columbia. En poco tiempo, me vi en un hostal de Nueva York, 44 esquina con la Quinta Avenida. No había visto el mar, y había viajado a Ávila, a Barcelona, por una boda… Como la beca no era de manutención, cada noche apuntaba el dinero que me quedaba. Me empapé de su forma de pensar y trabajar, lo que me sirvió para importar formatos, adaptarlos a nuestro estilo.

Desde entonces, no cabe duda de que su aportación a la radio española ha sido importante…
No paraba, aunque tuve mis depresiones y mis dudas porque no me sentía valorado. Hasta que un día, Jorge Planas, mi padre profesional, el hombre de Prisa en la Ser, me comentó cuando le dije que me marchaba: «¿cuánto necesitas para ser feliz y sentirte valorado?». Yo ganaba unas 80.000 pesetas, y me ofrecieron 500.000, así que continué después de tan grata sorpresa. Programas y más programas y llegó la hora de asesorar a Miguel Durán en la creación de Onda Cero, de llegar a la Cope para crear e impulsar Cadena 100…y, en el 2000, se va José María García y me proponen inventar algo nuevo, y justo así nació ‘El tirachinas’.

¿Cuál ha sido el balance de su etapa en la información deportiva, y qué va a ofrecer a la oyentes de Punto Radio?
Creo que, modestamente, creamos un estilo a la hora de contar los deportes, y que un gran porcentaje de periodistas jóvenes en activo empezaron conmigo. En Punto Radio, el objetivo está claro; proponer con entusiasmo y profesionalidad que nuestros oyentes se entretengan, sonrían y se informen. De momento, estamos con las imposiciones de la LFP para que las radios entren en los estadios; ya he escrito mucho sobre ésto, pero seguro que se va a arreglar, aunque haya intereses ocultos y favores que se deben al Gobierno.

Me gustaría terminar con dos opiniones suyas sobre el mundo de la música. ¿Qué artista le sorprende?¿Qué recorrido tendrán la industria discográfica y las radiofórmulas?
– He entrevistado a Prince, Madonna, Michael Jackson, estuve en los primeros tiempos de Mecano, en el relanzamiento de Alejandro Sanz… pero poc ome ha impactado tanto como Lady Gaga, una marciana, una adelantada a su tiempo. En cuanto a la segunda pregunta, resumo; hay que reinventar tanto la Sociedad General de Autores (SGAE) como la radiomusical, ya que, en tiempos de Spotify, del iPod, etc., no se puede frenar la evolución tecnológica.